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De acuerdo con Bruce McNichols, las iglesias de menos de tres años de existencia
alcanzan un promedio de diez personas para Cristo por año por cada cien miembros;
mientras que las iglesias que tienen de tres a quince años de existencia alcanzan a
cinco personas por cada cien y las iglesias de más de quince años ganan a tres por
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cada cien personas.
En el artículo “¿Por qué debemos plantar iglesias?” de la revista Anglican Theological
Review, Susan Brown Snook dice:
El propósito fundamental de plantar iglesias es simple: hay personas que aún no han sido
alcanzadas con el evangelio. Una nueva iglesia puede alcanzar a nuevas personas con el
mensaje de Cristo porque por ser nueva es flexible, adaptable, están hambrientas por crecer
y dispuestas a experimentar diferentes métodos de trabajo que le permita crecer. Una iglesia
establecida puede darse el lujo de permanecer estable; la iglesia nueva debe crecer o de otra
manera morirá.
La iglesia nueva debe también poseer una visión clara para poder sobrevivir y tener éxito.
La claridad le permite orientar a todos sus miembros a cumplir la misión. La persona que
es parte de una nueva iglesia aprende rápidamente que es miembro esencial del equipo que
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trabaja para cumplir una misión clara.
Snook asegura que el antídoto para la disminución en la membresía se encuentra en
la plantación de iglesias, la emocionante, renovada y audaz aventura de tomar el reto
de llevar el reino de Dios a nuevos contextos. Nuestro Dios es un Dios que envía.
“... Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21).
Si Dios es un Dios que envía, nosotros somos una iglesia que es enviada –dice Tom
Jones–, y la manera más eficiente para cumplir la misión de la iglesia que es enviada
es la multiplicación de iglesias locales. 4
Conforme fundamos iglesias, alcanzamos a nuevas personas. Conforme alcanzamos
a nuevas personas, el amor de Cristo resurge en nuestro mundo. 5
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