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Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, con-
                tando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos.
                –Hechos 15:3

                  Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirie-
                ron todas las cosas que Dios había hecho con ellos.  –Hechos 15:4

                  Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día.
                –Hechos 16:5

                  Enviando, pues, desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia... Por tanto,
                mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos,
                para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.  –Hechos 20:17, 28

                  Siempre les digo a los pastores que se puede fallar en algunas cosas, pero no se puede
                fallar en estas áreas:
                   1) La base de la iglesia debe ser la oración. Saber cómo orar, dedicar tiempo para
                   orar juntos, para enfocarnos, para buscar a Dios.
                   2) La enseñanza de la Palabra debe ser algo principal. No enseñar ideas, sino la
                   Biblia. Esto dará fuerza al discipulado, la gente estará edificada y preparada.
                   3) Tener una visión hacia el mundo, hacia afuera. La forma de matar una iglesia es
                   hacer todo para adentro.

                     Hemos comprobado que muchas veces las iglesias comienzan con una visión
                   muy amplia: evangelizan, salen y predican, están en la calle, porque no tienen
                   nada de gente. Entonces la única forma es salir a la calle, tienen que buscar gente,
                   la necesidad les hace salir a buscar. Pero luego tienden a encerrarse, y dicen: “Bue-
                   no, ahora vamos a organizarnos… tenemos una iglesia, aunque somos poquitos,
                   vamos a ser una buena iglesia”. Y dejan de salir, y se estancan.




                Una pregunta normal entre amigos o personas que están conociéndose es “¿Tienes
                hijos?, ¿cuántos tienes?”. Con Elena tenemos dos hijos varones, y nos sentimos fe-
                lices cuando nos preguntan por ellos. Nos gusta contestar preguntas relacionadas a
                “cuántos son, dónde están, qué hacen, sueñan o proyectan”. Estamos orgullosos de


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