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Lo mismo le dijo a Noé: “Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra” (Génesis 9:1). Y a
                Abraham, “... te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran
                manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti” (Génesis 17:5-6). Dios también le dijo
                Jacob: “Yo soy el Dios omnipotente: crece y multiplícate” (Génesis 35:11a).

                  El deseo de Dios siempre ha sido que toda su creación crezca y se multiplique.
                Creemos que Él quiere que su pueblo lleve frutos de justicia y que refleje su carácter.
                Dios anhela que su iglesia sea fructífera. Jesús dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos;
                el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada
                podéis hacer” (Juan 15:5). Su iglesia debe ser fructífera y multiplicarse; debe continuar
                creciendo y también seguir extendiéndose para alcanzar a otros para Cristo.

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                   En uno de sus libros  , Darrell Guder afirma que “la misión es el resultado de la
                iniciativa de Dios, enraizada en los propósitos de Dios para restaurar y sanar la crea-
                ción”. La misión, que significa “enviar”, es la madre de la teología de la iglesia. La igle-
                sia es el instrumento de Dios para cumplir la misión de Dios en el mundo. Me gusta
                mucho la idea que Guder aporta; él dice que el reino de Dios no es tanto “construir”
                y “extender”, sino “recibir” y “entrar”. El reino de Dios es más bien un regalo que se
                recibe y un ámbito al que se entra. Eso es lo que esperamos al ingresar a cada nueva
                ciudad: entrar y recibir el reino de Dios en esa zona.

                  En un sentido cultural, las relaciones son muy importantes, y debemos centrarnos
                en desarrollar fuertes relaciones dentro del equipo pastoral. Esto será un reto, y lo se-
                guirá siendo a medida que el equipo crezca. Tendremos que enfrentar las diferencias
                de cada quien en el grupo, sabiendo que los conflictos surgirán a medida que traba-
                jamos en inspirarnos, animarnos y desafiarnos unos a otros. Esta es una tarea difícil,
                pero las relaciones serán duraderas y una bendición para el Reino.

                  Si queremos ver avanzar el reino de Dios, no podemos darnos el lujo de dejar de mi-
                nistrarnos como cuerpo, sosteniéndonos los unos a los otros en el trabajo del ministerio.




                  Las siguientes son algunas características de iglesias que se multiplican:
                   •Las nuevas iglesias surgen de una mentalidad acorde con el libro de Hechos.




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