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Lo vemos en la manera como Pablo habla acerca de Apolos quien no era su discípulo
(Hechos 18:24-28). Pablo usa los mejores términos para referirse a Apolos (1 Corintios
3:6; 16:12) aunque sus discípulos se consideraban a sí mismos un grupo distinto (1
Corintios 1:12; 3:4). Lo vemos, además, en la manera como Pablo delega constan-
temente el control de las nuevas iglesias. Hechos 16:40 dice: “... y se fueron”. Lo que
observamos aquí es que Pablo no estaba tan preocupado por su propio poder o el de
su grupo (en aquel entonces diferentes apóstoles tenían sus énfasis y seguidores), sino
por el Reino en general.

Vemos entonces que, la iniciación de iglesias es una mentalidad del ministerio cris-
tiano del libro de Hechos. Ya que vivimos en un mundo similar al de los apóstoles, no
podemos servir sin la mentalidad de multiplicar iglesias.

Nuevos nacimientos, nuevos comienzos, oportunidades frescas, esto es lo que impli-
ca la plantación de iglesias. Los que han tenido hijos saben al respecto.
Si no has tomado este paso de fe para alcanzar una nueva comunidad o ciudad yendo
donde la buenas nuevas pueden tomar raíces, te invito a que pruebes. Anímate y
nunca será lo mismo.

Rubén Martearena, un joven universitario, estudiante de medicina en la provincia
del Chaco, sintió el llamado de Dios y fue a prepararse al Instituto Bíblico. Decidió
dejar la carrera por la vocación de servir al Señor. Mientras estudiaba el primer año
colaboró dos meses en una congregación en Formosa para el proyecto de plantar
iglesias. Esto finalmente fracasó, pero se plantó en el corazón de este joven la semilla
de una nueva iglesia. Ya en el segundo año de su preparación Dios le confirmó el
llamado a esa provincia.

En 1989, Rubén llegó a Formosa para empezar la nueva obra. La iglesia inició con un
concepto de equipo con Rubén como pastor, un líder de alabanza y un asistente para
colocar las sillas y todos los elementos necesarios para el culto.

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