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Los tres se mudaron a la ciudad para trabajar en el proyecto.

                  Las reuniones empezaron en una plaza local con un gran costo, porque era preciso
                todas las noches colocar las bancas, el equipo de sonido y el púlpito. Se reunieron de
                forma fiel y constante, predicando el mensaje que se centraba en poner la fe en Jesús.
                Esta iglesia se convirtió en la primera congregación de las Asambleas de Dios de la
                provincia de Formosa y más tarde en la fundadora de otras tres iglesias. Una de ellas
                es ahora la iglesia evangélica más grande en la provincia.










                  Después de un buen tiempo armando las sillas todas las noches, comenzamos a bus-
                car un terreno donde poner una carpa para llevar a cabo los cultos, y con el deseo de
                llegar a construir el templo en el futuro cercano. Arreglamos el precio con los dueños,
                y viajé a Formosa para adquirir el predio. Cuando llegué los dueños nos avisaron que
                querían más dinero por el terreno del convenido, me enojé con ellos. ¿Cómo podían
                cambiar el precio? Quisieron modificar el precio varias veces antes de firmar la es-
                critura, hasta que finalmente pudimos llegar a un arreglo. Fue una ardua lucha pero
                logramos poner la carpa y empezar las reuniones.

                  Un misionero de Mar del Plata nos prestó su carpa y fuimos con una camioneta Ford
                F-100 desde Formosa para traerla; teníamos que hacer alrededor de mil kilómetros.
                Cuando volvíamos, paramos en la provincia de Santa Fe para pasar la noche. Al día
                siguiente, muy temprano, no pudimos arrancar la camioneta y tuvimos que empujarla
                para que arranque. Por fin llegamos a Formosa y un grupo nos ayudó a armar la carpa
                para empezar las reuniones. Utilizamos esa carpa unos meses, luego nos regalaron
                una de Paraguay que usamos por casi un año. Vinieron unos hermanos paraguayos
                para ayudarnos a armarla, y seguimos así hasta que pudimos construir. Un día, cuan-
                do estaba orando en mi oficina, en la provincia de Santa Fe, ocurrió un milagro. Me
                llamó un pastor de los Estados Unidos preguntándome si necesitaba un equipo de
                trabajo para ayudar a construir un templo. Le dije que sí, que eran una respuesta a mi
                oración. El equipo vino en junio de 1990 para edificar el templo. En medio de semanas
                de mucha lluvia pudimos levantarlo.


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