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Muchos querían saber qué era el perdón. Luego vino otro que habló sobre los mie-
dos, sobre la depresión, sobre el estrés. Temas que las personas viven a diario. Tam-
bién pueden tratarse temas más intelectuales o de interés general. Tuvimos charlas
sobre el tarot, por ejemplo. En estas reuniones no se hizo el llamado, ni cantamos; no
fueron reuniones evangelísticas, ni cultos, sino charlas. Las mismas pueden realizarse
en casas, en clubes, etc. Las personas se muestran dispuestas al diálogo, se conocen,
se establecen relaciones interpersonales, surgen amistades y ven que no somos gente
rara. Es también una forma más de llevar la gente al conocimiento de Cristo.
En el año 2005, cuando nos instalamos en Buenos Aires, teníamos una casa con pileta
de natación. Yo no sabía nada sobre cómo mantenerla; entonces conocí a un hombre
que me ayudó y se dio una relación de amistad. Él atravesaba un problema en su
matrimonio, se estaba divorciando, una situación difícil. Después de ocho años, nos
mudamos a otra casa que no tenía pileta, pero siempre mantuve una buena relación
con este hombre. Cuando íbamos a comenzar las charlas de preevangelismo en el
Automóvil Club lo invité por teléfono; eso fue en marzo del 2012. Le expliqué que ten-
dríamos una charla sobre el perdón, y me dijo que vendría. Y así lo hizo, y fue tocado
por Dios. Desde ese momento no faltó a ninguna charla, venía a todas las reuniones
que hacíamos mensualmente.
Después abrimos una célula y empezamos a invitar a estas personas a un grupo en
casa. Al principio varios venían, pero luego uno a uno empezaron a dejar de venir;
sin embargo él siguió, y no solo eso, sino que trajo a su pareja con la que estaba convi-
viendo, una mujer que también estaba divorciada. Ella empezó a asistir. Luego resultó
interesante saber que había vivido casi toda su vida en los Estados Unidos, aunque
había nacido en la Argentina. Su papá era empresario de una compañía multinacional
muy conocida.
Esta pareja empezó a venir a la célula y, cuando comenzamos las charlas en la iglesia,
en el salón que refaccionamos, ambos entregaron sus vidas al Señor y luego se bauti-
zaron. Ese día trajeron a sus familiares y amigos.
Ese es el proceso preevangelístico. Él no sabía nada del evangelio, de chico lo habían
bautizado en la iglesia católica, pero no tenía ni idea de lo que era el bautismo. Así se
completó la obra en ellos, y todo comenzó en estas reuniones.
Este método de charlas es otra forma de evangelismo, de confrontación intelectual;
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