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Se aíslan por la alabanza inmerecida que reciben (lo que hace que se sientan superhé-
roes), por las proyecciones y expectativas que sienten que deben cumplir o sino serán
castigados, y porque la gente espera que sean perfectos. A la gente le gusta tener pasto-
res perfectos. Los pastores suelen responder a esta situación fingiendo ser perfectos, o
peor, actuando como si fueran perfectos pero con defectos mínimos. Este es el tipo de
pastores que trata de parecer humano y lo único que admite es que suele enojarse con
la manera en que otros se manejan.
La iglesia en Reconquista se inició de una manera interesante. La idea original fue
unir varias congregaciones y ministerios para ayudar con el proyecto. Fue así que al-
quilamos un edificio con una ubicación bien céntrica frente a la terminal de ómnibus.
El Señor en el año 1993 había puesto en mi corazón empezar un ministerio para
discipulado y entrenamiento ministerial que unificara la enseñanza con un ministe-
rio evangelístico práctico. Invitamos a pastores de la zona para que enseñaran a los
miembros de diferentes iglesias. Las clases se desarrollaron por las mañanas en el
salón alquilado, por las tardes participaban en evangelismo personal, y por las no-
ches asistían a las reuniones en una carpa evangelística a dos cuadras. Participaron
quince alumnos de cinco iglesias diferentes, y cinco pastores donaron su tiempo para
enseñar. Este ministerio, al que denominamos Escuela de Evangelismo, se desarrolló
en muchas ciudades en el noreste argentino en combinación con el comienzo de una
nueva iglesia.
La Escuela de Evangelismo fue de gran ayuda en Reconquista. Al comienzo no tuvi-
mos un pastor a tiempo completo, se hizo cargo una pareja que nos ayudó a comenzar
la nueva iglesia. Después, un matrimonio recién graduado del Instituto Bíblico vino a
colaborar con nosotros y se quedó pastoreando la nueva obra. Hicimos varias cruza-
das en la carpa evangelística cerca del salón de la iglesia; después pudimos comprar un
terreno enfrente de la carpa. Tuvimos varios equipos de construcción que nos ayudaron.
Fue en Reconquista que Dios nos guió a colocar una emisora de radio. Con la ayuda
de un ministerio pudimos comprar el equipo, y la iglesia se encargó de instalar la
torre. ¡La radio empezó a funcionar! Luego esta iglesia nos ayudó con la segunda
Escuela de Evangelismo que se realizó en Avellaneda, una comunidad cercana.
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