Page 112 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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Baine había expresado sus condolencias por la muerte de Varian, recordándole a
           Anduin  que  él,  también,  había  perdido  a  su  padre.  Los  reportes  iniciales  de  Genn

           Greymane  y  otros  eran  que  Sylvanas  los  había  traicionado,  abandonando  a  Varian  y
           aparentemente a todos los miembros de la Alianza, a su muerte cuando ella se retiró de la

           Costa  Abrupta  sin  avisar.  Baine,  que  había  estado  ahí,  le  había  contado  una  historia
           diferente a Anduin. Otra ola de demonios había aparecido, dijo, y Sylvanas reportó que
           un moribundo Vol’jin le había ordenado que empezara la retirada.


                    ¿Baine le había mentido?


                    No. El corazón de Anduin estaba dolido, pero no había ninguna señal de peligro
           o engaño por parte de sus, alguna vez, destrozados huesos. Baine le había dicho la verdad
           y  lo  sabía.  Sin  embargo,  nadie  excepto  Sylvanas,  o  eso  parecía,  habían  de  verdad

           escuchado la orden de Vol’jin.

                    No dejaré que Sylvanas destruya mi fe en Baine, pensó con decisión. Con un gran

           suspiro,  se  levantó  y  arrojó  la  carta  al  fuego,  miró  cómo  las  llamas  se  avivaban
           intensamente y reducían el pergamino a una retorcida bolla y después a cenizas.


                    —¿Perith aceptó mi carta? —Anduin preguntó, forzando su voz a ser calmada y
           llana.


                    —No  —respondió  Valeera.  Otro  golpe  al  estómago—.  Pensó  que  pondría  en
           peligro a su Gran Jefe. Hay muchos ojos sobre ellos.


                    —Perith es muy sabio —respondió Anduin.


                    —Pero dijo que le diría a Baine lo que decía la carta.


                    —Tenía la esperanza de que Baine apoyara mi plan.


                    —Puede que lo haga.

                    —O  puede  que  no  haga  nada  que  pueda  parecer  una  deslealtad.  No  puedo

           culparlo. Yo haría lo mismo. Un líder que pone en riesgo a su gente no es ningún líder —
           Anduin mantuvo su mirada en las llamas.


                    Valeera se paró junto a él.


                    —Hay una cosa más —dijo—. Baine quería que tuvieras esto.

                    Ella extendió la mano. Una pequeña pieza que parecía un hueso, no más grande

           que la uña de Anduin, descansaba en su palma enguantada. Le tomó algunos segundos a
           Anduin comprender qué estaba mirando, y cuando lo hizo, perdió el aliento.





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