Page 168 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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Sylvanas se puso rígida. Oh, sí. Ella, más que nadie, sabía acerca de familias
divididas. Seres queridos asesinados. Ella lo había perdido todo por culpa de Arthas: sus
amigos, su familia, su amado Quel’Thalas. Su vida. Su habilidad para cuidar, cuidar de
verdad, para sentir realmente cada emoción excepto odio e ira sobre esas cosas.
Y ella había intentado una reunión. Había aceptado la oferta de su hermana mayor
para llamar a los que Arthas Menethil dejó de toda su familia, para retomar la Aguje
Windrunner y limpiarla de todas aquellas oscuras cosas que vagaban ahí. Y tal vez
limpiarse ellas mismas de su propia oscuridad al remontarse a un tiempo cuando no
existían sombras entre ellas.
Pero había sido una tarea inútil. Fueron soles y lunas cuando eran jóvenes.
Brillante Alleria, con sus deslumbrantes vestidos dorados, y el joven risueño Lirath.
Sylvanas había sido Dama Luna, y Vereesa, la más joven de las tres hermanas, había sido
la Lunita.
Vereesa se había encorvado y mancillado con la tristeza de un amor perdido. La
muerte de su esposo Rhonin en Theramore, una de las tantas víctimas de la bomba de
maná de Garrosh Hellscream, la había destrozado. La había destrozado tanto que, por un
perdido, solitario, adorable momento, había buscado a su sombría hermana, Sylvanas, y
habían conspirado juntas. Vereesa había estado muy cerca de unirse a Sylvanas en
Undercity.
Muy cerca de unirse a ella en la no-muerte.
Pero en el último minuto, el amor por sus hijos vivos había eclipsado el lamento
de la Lunita por su esposo muerto. Y así Vereesa se había quedado con la Alianza. Y
Alleria, perdida durante tanto tiempo y después milagrosamente devuelta, había invitado
a la insondable oscuridad del Vacío en su interior. Le otorgó poderes y fuerza. Pero
cambió su aspecto y también quién era, en quién se estaba convirtiendo. Sylvanas sabía
lo suficiente acerca de lo que esos poderes podían hacer, para reconocer la marca de dedos
fríos en Alleria.
En cuanto a sus propias sombras y oscuridad, Sylvanas los conocía demasiado
bien para examinarlos ahora.
El plan del niño rey era uno muy tonto. Él todavía creía que la gente podía
cambiar. Oh, ciertamente podían. Alleria, Sylvanas y Vereesa eran la prueba.
Pero no era un cambio para mejor; al menos, Anduin no lo vería de esa forma.
¿Por qué estaba tan enfadada? El cachorro se había metido bajo su piel aún más
que el Lobo.
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