Page 21 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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de Guerra, no en ese momento. Hubo un desfile de cada veterano que quisiera participar,
su camino esparcido con ramas de pino importado y un gigantesco festín los esperaba al
final de la ruta.
Había sido extravagante y costoso, y Sylvanas no tenía intención de seguir los
pasos de Hellscream, no únicamente en esa situación sino en ninguna. Él había sido
arrogante, brutal, impulsivo. Su decisión de atacar Theramore con una devastadora bomba
de maná tenía a las razas más sensibles luchando con sus consciencias, a pesar de que lo
único que realmente había preocupado a Sylvanas era el cálculo de los orcos. Sylvanas lo
aborrecía y había conspirado secretamente, desafortunadamente sin éxito, para matarlo
después de que hubiera sido arrestado y culpado con crímenes de guerra. Cuando,
inevitablemente, Garrosh fue asesinado, Sylvanas sintió un inmenso placer.
Varok Saurfang, el líder de los orcos, y Baine Bloodhoof, Gran Jefe de los tauren,
tampoco tenían cariño alguno por Garrosh. No obstante, habían empujado a Sylvanas a
hacer una aparición pública en Orgrimmar y al menos alguna clase de gesto para marcar
el final de la guerra. Valientes miembros de ésta Horda han guiado a la pelea y han muerto
para asegurarse de que la Legión no destruyera nuestro mundo, como los demonios han
hecho con otros tantos, el joven toro había entonado. Había estado a solamente un paso
de reprenderla abiertamente.
Sylvanas recordaba la ligeramente disimulada… ¿advertencia? ¿Amenaza? De
Saurfang. Eres el líder de toda la Horda. Orcos, taurens, trolls, elfos de sangre,
pandaren, goblins, así como de los renegados. Nunca debes olvidarlo, de otro modo ellos
lo harán.
Lo que no olvidaré, orco, pensó, la ira apareciendo nuevamente, son esas
palabras.
Por lo que ahora, en lugar de volver a casa y atender las preocupaciones de los
renegados, Sylvanas estaba sentada a horcajadas en uno de esos huesudos caballos
esqueléticos, saludando a la muchedumbre de oficiantes que atiborraban las calles de
Orgrimmar. La marcha, se había encargado de que nadie se refiriera a ello como “desfile”,
comenzó oficialmente en la entrada a la capital de la Horda. De un lado de las colosales
puertas había grupos de elfos de sangre y renegados que habitaban la ciudad.
Los elfos de sangre estaban vestidos de manera espléndida con sus colores
predecibles rojo y dorado. A la cabeza estaba Lor’themar Theron. Cabalgaba un halcón
zancudo de plumaje rojo y encontró su mirada.
Amigos, eso habían sido. Theron había servido bajo una Sylvanas viviente cuando
era una General Forestal de los elfos nobles. Habían sido compañeros de armas, igual que
quien cabalgaba junto a ella como su campeón. Pero mientras Nathanos, un humano
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