Page 24 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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—No todos desean para ellos lo mismo que tú, mi reina. Muchos en el Concejo
           Desolado  tienen  sus  reservas  —su  rostro,  aun  el  de  un  hombre  muerto,  pero  mejor

           preservado gracias a un elaborado ritual que ella se ofreció a llevar a cabo, se torció en
           una sonrisa—. Éste es el riego que corriste cuando decidiste darles libre albedrío. Ahora

           son libres de discrepar.

                    Sus cejas pálidas se juntaron en una terrible mueca.


                    —¿Entonces desean la extinción? —siseó, la ira expandiéndose brillante en su

           interior— ¿Quieren pudrirse en la tierra?

                    —No sé lo que quieren —Nathanos respondió con calma—. Ellos desean hablar

           con usted, no conmigo.

                    Sylvanas gruñó suavemente por lo bajo. Nathanos, siempre paciente, esperó. Iba

           a obedecerla de todos modos, ella lo sabía. Ella podía, en ese instante, ordenar a un grupo
           de  cualquier  combinación  de  guerreros  no-muertos  de  la  Horda  que  marcharan  a
           Undercity y buscaran a los miembros de ese concejo de malagradecidos. Sin embargo, a

           pesar de que tuvo ese pensamiento satisfactorio, sabía que no sería sabio. Necesitaba saber
           más, mucho más, antes de actuar. Preferiría disuadir renegados, a cualquier renegado,
           antes que destruirlos.


                    —Consideraré  su  petición.  Pero  por  ahora  hay  algo  más  que  deseo  discutir.
           Necesito  aumentar  lo  que  hay  en  las  arcas  de  la  Horda  —Sylvanas  murmuró

           tranquilamente a su campeón—. Necesitaremos fondos y los necesitaremos a ellos.


                    Saludó a una familia de orcos. Tanto el hombre como la mujer tenían cicatrices
           de batallas, pero estaban ahí sonriendo y la pequeña que levantaban sobre sus cabezas
           para avistar a su Jefe de Guerra era rolliza y de aspecto saludable. Claramente algunos
           miembros de la Horda querían a su Jefe de Guerra.


                    —No  estoy  seguro  de  entender,  mi  reina  —dijo  Nathanos—.  Por  supuesto  la

           Horda necesita fondos y miembros.

                    —No son los miembros quienes me preocupan. Es el ejército. He decidido no

           disolverlo.

                    Él giró para mirarla.


                    —Ellos piensan que han llegado a casa —dijo— ¿No es el caso?


                    —Lo es, por ahora —dijo—. Las heridas necesitan tiempo para sanar. Los cultivos
           deben plantarse. Pero pronto llamaré a los valientes luchadores de la Horda para enfrentar

           otra batalla. La que tú y yo hemos estado esperando.



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