Page 29 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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Por supuesto, ellos no eran nada sin su líder: la avara masa verdosa con papada y
           revienta-cinturones que era el Príncipe Mercante Jastor Gallywix. Se paró frente a su

           variopinta pandilla de goblins, todos ellos sonriendo y enseñando sus afilados dientes
           amarillentos. Sus largas y delgadas piernas parecían ya demasiado cansadas por sostener

           su figura y llevaba su sombrero favorito de copa y bastón. Cuando ella se acercaba, él se
           inclinó tanto como le permitió su barriga.


                    —Jefe de Guerra —dijo con esa voz untuosa—. Espero que puedas encontrar algo
           de tiempo para mí más tarde. Tengo algo que tal vez te interese bastante.


                    Nadie más se había atrevido a introducir su propia agenda ese día. Hay que confiar
           que un goblin lo haría. Lo miró con desaprobación y abrió la boca para hablar. Después
           miró atentamente su expresión.


                    Sylvanas había vivido una larga vida antes de que Arthas Menethil acabara con
           ella. Y ahora vivía de nuevo, de cierto modo. Había pasado mucho de ese tiempo mirando

           rostros, juzgando la personalidad detrás de ellos y las palabras que decían.


                    Gallywix solía tener esa especie de alegría simpática que ella tanto despreciaba,
           pero no ese día. No existía ninguna presión desesperada por su parte. Estaba… calmado.
           Parecía como un jugador que sabía que iba a ganar. Que la hubiese abordado de forma

           tan audaz en ese momento, significaba que hablaba en serio acerca de conversar con ella.
           No obstante, su lenguaje corporal –no se jorobaba sumisamente sino que estaba firme, tal
           vez por primera vez– le hacía saber con más claridad que era alguien capaz de retirarse
           de la mesa sin excesiva decepción.


                    Ésta vez lo decía en serio. Él tenía algo que iba a ser de sumo interés para ella.


                    —Hablemos en el banquete —dijo.


                    —Como ordene mi Jefe de Guerra —dijo el goblin y se quitó el sombrero de copa
           ante ella.


                    Sylvanas se alejó para completar la ruta.


                    —No confío en ese goblin— Nathanos, que había permanecido demasiado tiempo
           en silencio, habló con disgusto.


                    —Yo tampoco —respondió Sylvanas —Pero los goblins entienden de una cosa y
           eso es dinero. Puedo escuchar sin prometer nada.


                    —Claro que sí, Jefe de Guerra —Nathanos asintió.


                    Los goblins y los trolls iban en línea detrás de ella. Gallywix iba en una camilla
           detrás de los propios guardias de Sylvanas. Cómo había alcanzado esa posición, Sylvanas


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