Page 34 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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—No sabía que eras así —dijo casi con un tono lleno de admiración.


                    Él pareció a punto de agradecerle, pero lo pensó mejor.


                    —Bueno, debo decir que era un material bastante especial.


                    —E imagino que lo mantienes encerrado en un lugar seguro.


                    Gallywix abrió la boca, después entrecerró los ojos y miró con desconfianza a
           Nathanos. Sylvanas casi se rio.


                    —Nathanos, mi campeón, es bastante amargado. Casi no habla, ni siquiera a mí.
           Cualquier secreto que tengas que compartir conmigo, estará más que seguro con él.


                    —Como diga mi Jefe de Guerra —replicó Gallywix despacio, claramente poco
           convencido pero sin otra  opción—.  Está equivocada, Dama  Oscura. No lo  mantengo
           oculto. Lo mantengo a la vista, literalmente a la mano.


                    Utilizó la punta de color dorado de su bastón para retirar de forma casual su
           horrendo sombrero de copa. Sylvanas esperó por una respuesta. Después de un momento

           y no recibió ninguna, frunció el ceño. Los ojos del goblin se movieron, parpadeando hacia
           la punta de su bastón y después hacia Sylvanas.


                    ¿El bastón? Lo miró de nuevo, ésta vez con más atención. Nunca le había prestado
           atención. Nunca prestaba atención a nada que Gallywix vistiera, llevara o dijera. Sin

           embargo, algo la inquietaba.

                    Entonces supo lo que era.


                    —Solía ser rojo.


                    —Solía serlo —concedió—. Ya no lo es.


                    Sylvanas  se  dio  cuenta  de  que  el  pequeño  orbe  del  tamaño  de  una  manzana,
           realmente no estaba hecho de oro. Estaba hecho de algo que parecía… parecía…


                    Ámbar. Savia de un árbol que se había endurecido durante varios siglos hasta
           convertirse en algo que podía volverse joyería. En ocasiones insectos antiguos quedaban

           atrapados en ese líquido que fluía, envolviéndolos por siempre en él. Éste tenía esa misma
           calidez. Era bonito. Pero tenía sus reservas acerca de si esa aparentemente inofensiva
           decoración era de verdad tan poderosa como Gallywix quería hacerla creer.


                     —Déjame ver —ordenó.








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