Page 27 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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Si los humanos entendieran los terrible que eran la vida y todo el sufrimiento que
le acompañaba y con el que tendrían que lidiar, pensó Sylvanas, ellos tomarían esa
oportunidad. Los renegados entendieron… al final, ella pensaba que lo habían hecho,
hasta que el Concejo Desolado había concluido lo contrario inexplicablemente.
Baine Bloodhoof, Varok Saurfang, Lor’themar Theron y Jastor Gallywix no
dudarían en considerar que Sylvanas tenía cierto interés en crear cadáveres humanos.
Después de todo, no se habían convertido en líderes de su gente por ser estúpidos. Sin
embargo, también estarían luchando contra los odiados humanos y tomarían su
resplandeciente y blanca ciudad, con su tierra boscosa cercana y abundantes campos para
ellos. No le envidiarían los cuerpos, no cuando ella les ofrecía una gran victoria, una tanto
práctica como altamente simbólica.
Ya no existía un humano heroico para levantar y guiar a la Alianza contra ellos.
No había un Anduin Lothar, quien fue destrozado por Orgrim Doomhammer, y no Llane
o Varian Wrynn. El único que tenía esos nombres era Anduin Wrynn y era nada.
Sylvanas, Nathanos y su comitiva de veteranos habían ido todo el camino a través
del Valle del Honor y volvieron, dirigiéndose al Valle de la Sabiduría. Ahí Baine la
esperaba. Se paró con el ropaje tradicional de los tauren, solamente sus orejas y su cola
se movían para espantar a las moscas que zumbaban en el ambiente veraniego. Muchos
de sus valientes estaban reunidos a su alrededor. Montada, Sylvanas era lo
suficientemente alta para mirar a los ojos de los hombres, y lo hizo fijamente. Baine la
miró con tranquilidad.
A excepción de esos pandaren que escogieron aliarse con la Horda, Sylvanas
tenía muy pocas cosas en común con los tauren. Eran personas muy espirituales,
tranquilas y estables. Buscaban la tranquilidad de la naturaleza y honraban sus maneras
antiguas. Sylvanas alguna vez comprendió esos sentimientos más ya no era capaz de
relacionarse con ellos.
Lo que más le molestaba acerca de Baine era que a pesar del asesinato de su padre
y mal sobre mal iba apilándose en su cabeza cornuda, el joven toro seguía apreciando la
paz por sobre todas las cosas: la paz entre las razas y en el propio corazón.
El honor de Baine lo obligaba a servirla, y no lo mancharía. No hasta que lo
llevaran a límites que Sylvanas aún no había alcanzado.
Apoyó una mano en su amplio pecho, sobre su corazón y estampó su pezuña en
una versión taureana de un saludo. Los valientes le siguieron y el suelo de Orgrimmar
tembló un poco. Entonces Sylvanas continuó y los tauren le siguieron en línea detrás de
grupo de renegados y los elfos de sangre de Theron.
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