Page 241 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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Sylvanas iba montada en uno de sus desconcertantes corceles esqueléticos. Las
           fosas nasales de Reverence se abrieron al captar el aroma a muerte y descomposición,

           pero fiel a su nombre, el caballo no titubeó. Los caballos comunes se habrían inquietado
           por el aroma a sangre o a cuerpos. Ellos habrían evitado pisar a otras criaturas de ser

           posible. No los caballos de guerra. En batalla, Reverence sería una extensión de Anduin
           y un arma adicional, atropellando enemigos y pisoteándolos bajo sus patas. El caballo fue
           entrenado para actuar en contra de sus instintos.


                    Igual que yo, pensó Anduin. Ambos estamos preparados para ir contra nuestras
           naturalezas de ser necesario.


                    Continuó acercándose a la Reina Alma en Pena. Podía verla con más claridad
           ahora. Sylvanas había llegado desarmada, cómo él había exigido que fueran. Pudo ver sus

           ojos rojos brillando bajo la capucha que usaba, su piel de un verde-azul apagado no del
           todo fuera de lugar en la tierra sombría y con llovizna, las marcas bajo sus ojos viéndose
           extrañamente como manchas de lágrimas. Era hermosa y letal, tan hermosa y letal como

           las flores de la hierba tóxica Tormento de Doncella.


                    Las emociones le abatieron por dentro por la vista: Aprehensión. Esperanza. Y,
           sobre todo, ira. Baine le había dicho que Vol’jin ordenó la retirada; Sylvanas la había
           llevado a cabo. ¿Pero realmente Vol’jin lo había hecho así? ¿De verdad no hubo otra
           alternativa? ¿Sylvanas había traicionado a su padre y lo había dejado a él y a todos en esa

           nave de guerra para morir? Y si lo había hecho… ¿debería Anduin siquiera estar hablando
           de paz con ella ahora?


                    Las palabras que había dicho recientemente sobre Varian Wrynn a la multitud
           reunida en Reposo del León, volvieron a él. Él sabía que nadie —ni siquiera un rey— es

           más importante que la Alianza. Anduin también lo sabía. Si todo iba bien ese día, la
           Alianza pronto podría estar más a salvo de lo que jamás había estado. Lo que fuera que
           Sylvanas hiciera o no, Anduin tenía la certeza de que ese era el camino correcto. Y a veces
           el camino correcto era uno peligroso y doloroso.


                    Se acercaron a diez pies de distancia del otro y detuvieron sus monturas. Durante
           un largo momento, simplemente se midieron el uno al otro. Los únicos sonidos eran los

           suaves suspiros del viento que revolvía los cabellos dorados y plateados, las patas de las
           pezuñas de Reverence  y el chirrido de la silla cuando el gran caballo se desplazaba.

           Sylvanas y su montura no-muerta se quedaron perfecta y antinaturalmente quietos.

                    Entonces, impulsivamente, Anduin se  balanceó  para  bajar  y  dio unos  cuántos

           pasos hacia Sylvanas. Ella alzó una ceja. Después de una pausa, ella lo imitó, caminando
           casi lánguidamente hasta que estuvieron separados por menos de una yarda.


                    Anduin rompió el silencio.


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