Page 243 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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—Lo sabré —dijo simplemente. Eso no era exactamente cierto. Él pensaba que lo
           sabría. Él creía que lo sabría. Pero no estaba seguro. La Luz no era una espada. Siempre

           podía confiarse que una hoja bien afilada cortaría la carne si el golpe se daba de cierta
           manera. La Luz era más nebulosa. Respondía a la fe, no solo a matar. Y extrañamente,

           era por esa razón que confiaba más en ella que en Shalamayne.

                    Algo se movió en su rostro y entonces se marchó. Alzó la barbilla levemente y

           respondió.


                    —¿Entonces no confías en que mantendré mi palabra?

                    Él hizo un mohín.


                    —Ya lo has hecho antes.


                    Ahí estaba. La muerte de Varian. Sylvanas no respondió enseguida. Entonces, casi
           cortésmente dijo


                    —Te doy mi palabra. Como la Dama Oscura de los renegados y como Jefe de
           Guerra de la Horda. Ningún miembro de la Alianza será herido por ningún miembro de

           la Horda hoy. Incluyéndome. ¿Eso te satisface, Su Majestad?


                    Hubo un énfasis extra en las últimas palabras. Ella no estaba mostrando al usarlas.
           Ella usaba su nueva posición como un no tan sutil cuchillo entre las costillas. Porque
           ambos sabían que en un mundo mejor habría sido Varyan Wrynn quien hablara con ella.
           Y esa reunión habría sido menos teñida con tensión, resentimiento y desconfianza.


                    Anduin habló antes de que pudiera evitarlo.


                    —¿Traicionaste a mi padre?


                    Sylvanas se tensó.


                    El corazón de Anduin se aceleró, golpeando contra su pecho. No era una pregunta
           que había tenido intención de hacer. Pero era la que necesitaba hacer. Tenía que saber.
           Tenía que saber si Genn Greymane estaba en lo cierto, si Sylvanas había enviado a su

           padre y al ejército de la Alianza a morir.




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                    Las palabras estaban ahí.




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