Page 242 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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—Jefe de Guerra —dijo y asintió en reconocimiento—. Gracias por honrar mi
           petición.


                    —Pequeño  León  —dijo en  ese  tono gutural  y  extrañamente  lleno  de  eco que

           tenían los renegados.

                    El término le dolió más de lo que debía. Aerin, la valiente enana que había muerto

           tratando de salvar vidas, lo había llamado así con calidez. A él no le gustó que Sylvanas
           torciera esa memoria en un insulto.


                    —Rey  Anduin  Wrynn  —dijo—,  y  ya  no  tan  pequeño.  Harías  bien  en  no
           subestimarme.


                    Ella sonrió levemente


                    —Aun eres lo suficientemente pequeño.


                    —Estoy seguro de que podremos usar mejor nuestro tiempo que quedándonos
           aquí lanzando insultos.


                    —Yo no —ella lo estaba disfrutando. Él imaginó que, para ella, de verdad parecía
           pequeño. Después de todo, por sus acciones en la Costa Abrupta, órdenes o no, ella había

           sellado la muerte de Varian. ¿Qué era su hijo para ella si no una mota, una pulga, un
           inconveniente menor?


                    —Sí, lo tienes —dijo, no permitiéndose ser hostigado—. Eres Jefe de Guerra de
           la Horda. Sus miembros lucharon valientemente contra la Legión. Y la gente más cercana
           a ti, los renegados, te ha solicitado algo que significa mucho para ellos, y has escuchado.


                    Ella  encontró  su  mirada  de  forma  implacable.  Él  no  tenía  idea  si  estaba
           consiguiendo llegar a ella. Probablemente no, pensó tristemente. Pero esa no era la razón

           por la que se habían encontrado.

                    —Esto no es una ofrenda de paz —continuó—. Tan sólo un cese al fuego por un

           periodo de doce horas.


                    —Así lo dijiste en tu carta. Y yo respondí que aceptaba tus términos. ¿Por qué
           estamos teniendo ésta conversación?


                    —Porque quería verte en persona —respondió el rey—. Quiero escuchar por tus
           propios labios que ningún miembro de la Alianza será herido.


                    Ella rodó los ojos.


                    —¿Tu preciosa Luz te dice si alguien está mintiendo?



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