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CAPÍTULO TREINTA Y TRES






          TIERRAS ALTAS DE ARATHI,






               CASTILLO STROMGARDE






                    Durante  muchos  largos  instantes  Anduin  se  quedó  mirando,  una  sonrisa


           queriendo aparecer en sus labios. Recordó su primera experiencia con el Cónclave, cómo
           se sintió estar caminando en ese lugar de completa seguridad, ver razas que de otro modo
           estarían sentándose en las gargantas del otro, riendo juntos, o discutiendo filosofías, o
           investigando,  o  simplemente  sentándose  lado  a  lado  en  una  silenciosa  y  alegre

           coexistencia.


                    Y  ahora  escenas  similares  se  desarrollaban  debajo  de  él,  pero  unas  de  una
           importancia posiblemente mayor para el futuro de Azeroth. Observó a Calia, quien se
           había escondido en una zanja durante dos días mientras criaturas iracundas e irracionales

           pululaban  y  buscaban  arriba  de  ella,  moviéndose  entre  la  multitud,  hablando  con
           pequeños grupos y bendiciéndolos. Él la vio sanar a Emma, cuya reunión con no uno sino
           sus tres hijos casi había sido más de lo que pudo soportar. Había visto a Parqual y Philia

           respondiendo alegre y libremente al otro, como si la muerte nos los hubiera separado en
           lo absoluto.


                    Calia estaba demasiado lejos para que Anduin pudiera saber su expresión, pero
           ella alzó un brazo y saludó. De pie junto a la sacerdotisa había una mujer renegada que
           parecía no tener un familiar de la Alianza. Mirando a Calia, ella también levantó un brazo

           y  saludó  al  rey  de  Stormwind. Ella debía  ser  la  Primera  Gobernadora, Elsie  Benton.
           Anduin no pudo reprimir una sonrisa mientras la saludaba e impulsivamente hizo una
           rápida reverencia.


                    —Así  no  es  como  te  felicitas  a  ti  mismo  —Anduin  rio  y  giró  hacia  Genn,
           palmeando el hombro del viejo monarca—. Lo confieso, tal vez quisiera felicitarme un


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