Page 81 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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Él bajó la mirada, pasando el pulgar por sus dedos.


                    —Eso también lo sé.


                    —No me estoy yendo por el voto.


                    Kalec, sorprendido, la miró fijamente.


                    —¿No lo haces?

                    —No. Ésta vez no. La gente debe ser fiel a su propia naturaleza, igual que yo —

           rio suavemente con auto-desprecio—. Yo sólo… debo averiguar qué es eso.


                    —Lo harás. Y creo que no será nada cruel ni feo.

                    Ella lo miró.


                    —No estoy segura si yo creo eso.


                    —Yo sí. Y… Te admiro. Por tener el coraje de enfrentarte a esto.


                    —Sabía que lo entenderías. Siempre lo has hecho.

                    —La paz es una meta noble para el mundo —dijo Kalec—, pero también es una

           meta noble para uno mismo —se dio cuenta de que estaba sonriendo a pesar del dolor en
           su pecho humano—. Encontrarás tu camino, Jaina Proudmoore. Tengo fe en ti.


                    —Tal vez seas la única persona en el mundo que lo hace —dijo con ironía.


                    Él levantó las manos de ella y dejó un beso en cada una.


                    —Viaja con cuidado, mi lady. Y nunca lo olvides: si me necesitas, aquí estaré.

                    Ella lo miró un momento, acercándose. Ahora él podía ver sus ojos bajo la luz de

           la  luna.  La  había  extrañado.  La  extrañaría.  Tenía  el  mal  presentimiento  de  que  no
           volverían a verse y esperaba estar equivocado.


                    Jaina soltó sus manos, pero únicamente para llevar las propias al rostro de él y
           acunarlo. Se paró de puntitas mientras él se inclinaba. Sus labios se encontraron, tan

           familiares, tan dulces, en un beso tan tierno que movió a Kalec hasta la médula. Jaina…

                    Él quería besarla para siempre. Pero demasiado pronto, esa preciosa calidez se

           retiró. Él tragó con dificultad.

                    —Adiós, Kalec —ella susurró y ahora él vio las lágrimas agolpándose en sus ojos.


                    —Adios, Jaina. Espero que encuentres lo que buscas.



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