Page 80 - WORLD WC Antes de la Tormenta
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—Se dice que ahora eres un miembro del concejo —sonreía cuando lo dijo—.
           Felicitaciones.


                    —El  rumor  es  cierto  y  gracias  —respondió  Kalec—.  Aunque  me  retiraré

           gustosamente… Si volviste para quedarte.

                    —No —su sonrisa se desvaneció volviéndose triste.


                    Asintió. Era lo que temía y su corazón dolía, sin embargo, decirlo no haría ningún

           bien. Ella lo sabía.

                    —¿A dónde irás? —dijo en su lugar.


                    La luz era suficientemente brillante para atrapar la pequeña arruga entre sus cejas

           que era tan única de ella. Afectaba más a Kalec aún más que su sonrisa.

                    —No lo sé, la verdad. Pero ya no pertenezco aquí —su voz se endureció un poco

           con ira —No puedo aceptar lo que… —se detuvo y respiró hondo— Bueno. No estoy de
           acuerdo.


                    Esto es en lo que me convirtió la Horda.


                    Se miraron mutuamente durante un largo momento. Entonces, para sorpresa de
           Kalec, Jaina caminó hacia él y tomó sus manos. El toque, tan dulcemente familiar, lo
           conmovió más de lo que había esperado.


                    —Tenías razón acerca de algo. Quería que lo supieras.


                    —¿Qué? —preguntó, tratando de mantener su voz firme.


                    —Acerca de qué tan peligroso, cuan dañino es el odio. No me agrada lo que me
           ha hecho, pero no creo que pueda cambiarlo. Sé a lo que me enfrento. Sé lo que me llena
           de ira. Lo que odio. Lo que no quiero. Pero no sé lo que me tranquiliza, o lo que amo, o

           lo que quiero —su voz se volvió suave, aunque tembló con emoción. Kalec agarró sus
           manos firmemente.


                    —Todo lo que he sentido o he hecho desde Theramore ha sido una reacción contra
           algo. Siento… Siento como si estuviera en un pozo y cada vez que intento salir, vuelvo a
           caer dentro.


                    —Lo sé —dijo Kalec con gentileza. Sus manos se sentían tan cálidas entre las
           suyas. No quería dejarlas ir jamás—. Te he visto luchar muy duro durante tanto tiempo.

           Y no pude ayudar.


                    —Nadie podía —dijo Jaina—. Esto es algo que debo hacer por mí misma.



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