Page 169 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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HISTORIA DE   LA  CIVILIZACIÓN PERUANA       165

              Ullari,  Sullco  Ullari,  Illacopa,  Hallanca,  Plateros,
              Hnarixsochata.
   Hanansayas de Pomata.—Su cacique don Pablo Chambilla.
              Sus aillos  : Collana la grande, Collana la chica, Mama-
              cuna, Callapa, Capulla, Huari, Vinchincaya, Inga, Co-
              llantaque Uros, Sullea Toque Uros, Villasuca, Cahualli,
              Collana Huanacuni, Culaya, Batalla.
   Hanansayas Vilcallammas de Zepita.—Su cacique don Juan Ven-
              tura Chambilla.
              Sus  aillos:  Collana  Chacolla,  Tancatanca,  Plateros,
              Callanche.
   Hanansayas de Zepita.—Su cacique don Pedro Guanaco.
              Sus aillos: Ilacata, Copaita, Guaquicilla, llave, Capo,
             Maca, Platero, Sunucomi, Chama.
       Los nombres Catari  y  Apassa, propios de los antiguos ingas
   collaguas de Chucuito, repercutieron en dos ocasiones memora-
   bles durante los años de la dominación española.
       Catari se apellidaron los heroicos hermanos que, al frente de
   los indios de Chayanta iniciaron en 1780 la insurrección contra los
   españoles que dió lugar a la llevada a cabo en la provincia del
   Cuzco por don Diego Felipe Condorcanqui Tupac Amaro.
       Apassa se apellidó  el indio Julián, natural de Sicasica,  el
   cual secundando ambos movimientos, puso cerco a la ciudad de la
   Paz  y  estuvo en punto de apoderarse de ella.
       Una raza da de lo que fue.
       Ella es consecuente con su propio pasado, en la medida en
   su futuro lo será con su presente.
       Ella repite  y  justifica en el hoy, por el juego de las aptitudes
   de sus individuos, las causas que le asignaron una fisonomía pro-
   pia, provincial o nacional en un lejano ayer.
       No en vano una raza ni una nacionalidad determinadas sa-
   turan su vida presente con el calor  y  el dinamismo de su alma
   colectiva, ni con el fruto especulativo de sus íntimas idealidades.
       Un algo de su fisonomía espiritual acabará por manifestarse,
   tarde o temprano, en  el desenvolvimiento de su historia futura.
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