Page 248 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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            Ella tuvo una potencialidad agrícola indiscutible por aquello
        de “suyo”.
            Suyo, procede de sayay “pararse”, voz de la terminología
        agrícola vigente en el Perú  y  Bolivia de nuestros días, que de-
        signa la suma de tierras de cultivo asignadas a un aillo deter-
        minado, sobre cuyos linderos sus individuos acostumbraban pa-
        rarse  ; esto es hacer acto de presencia, en señal de posesión.
            Aquel pararse sobre los linderos de ciertas tierras de las gen-
        tes que las cultivaron, tuvo el valor afirmativo de: “esto es nues-
        tro”; “esto nos pertenece”.
            En el imperio eminentemente atareado de los Incas, en   el
        cual la holganza cobró viso de delito social, toda comunidad cul-
        tivó un suyo  y todo individuo una sayana; de suerte que el suyo
        fué un conjunto de sayanas, así como un aillo un conjunto de
        regnícolas.
            Entrañaría error el creer que los cuatro Ayares que inter-
        vinieron en la cita memorable de Pacaritambo, de que dependió
        la creación del imperio peruano,  lo hiciesen, como quien dice,
        con las manos vacías.
            Cada uno de ellos, por el contrario, aportó al acervo común,
        en lo material, los recursos naturales de sus respectivos suyos, en
        lo sociológico, sus propias costumbres lugareñas, en lo intelectual
        su propio idioma o dialecto provinciano, en lo emocional, sus pro-
        pias creencias e idealidades;  y  en forma de prenda absoluta, de
        que por parte de cada cual serían cumplidos los deberes federa-
        tivos que le incumbió, las momias fundadoras de sus respectivos
        linajes, a que se daría albergue en las canchas de la urbe sagrada;
        la cual, perteneciendo de consuno a las cuatro colectividades pro-
        vincianas ya mencionadas, no pertenecería a ninguna de ellas en
        particular.
            Antisuyo, o “suyo de la montaña, productora de coca”, se
        llamó el aporte territorial del Ayar Auqui de la leyenda.
                               U       ,y
            Auqui, síncope de   mauqui   voz equivalente de maduro o
                                        ,
        sazonado, fué el calificativo que los andinos aplicaron a la hoja
        de la coca en estado de ser aucullicada, chactada, o mascada.
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