Page 330 - Historia de la civilización peruana contemplada en sus tres etapas clásicas de Tiahuanaco, Hattun Colla y el Cuzco, precedida de un ensayo de determinación de "la ley de translación" de las civilizaciones americanas
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       los antiguos peruanos, en la de Tarapacá los cerros de Pintados.
            El cometido eminentemente objetivo de aquellas pinturas,
       siempre que se tratara de lugares en que colindaron cacicazgos
       mayores y  menores, fué describir en forma gráfica la naturaleza
       y  suma de los tributos que- el tributario estuvo obligado a pagar
       al apu o feudatario.
            Así, uno a modo de triángulo denotó las medidas o  “ monto-
       nes” de guano, otra en forma de círculo, o bien de S, las unidades
       de reatas o de sogas, hechas de cuero de lobo marino,  y  otras, en
       forma de estreha, la suma de estrellas de mar, que fueron un ítem
       importante de la farmacopea indiana.
            Sobre el manto de' uno de los cerros del remate del valle de
       Azapa, visible desde la hacienda de San Juan de Ocurica, se ven
       trazadas, en la forma que venimos diciendo siluetas de llamas,
       bien para indicar el camino que éstas debieron seguir en direc-
       ción a los altos, o bien para indicar el límite aquende el cual las
       mismas no debieron pasar por temor a la caracha, achaque endé-
       mico de tierras tropicales.
            De peñas labradas son célebres en el Perú las del cerro de
       la Caldera en el departamento de Arequipa, la del alto del Cas-
       tillo, en Locumba,  y  la de Calango, conocida con el nombre de
       Coillor Sayana, mencionada por Llanos Zapata, en sus Memorias
       Físico Apologéticas.
            En la falda de uno de los cerros del sistema del Morro de
       Arica se ve trazada la figura de un apuesto guerrero, acaso para
       indicar que en ese lugar, lo suficientemente abrigado contra los
       vientos del Sur,  y  alejado de los pantanos del río de Azapa, ge-
       neradores de tercianas, solieron acampar los ejércitos del Inca las
       veces que aportaron a tierras ariqueñas.
            Fray Baltazar de Salas, autor de un curioso libro titulado
       Copacalana del Inca, da a las dichas piedras labradas el nombre
       de hucacalas, equivalente de piedras sagradas.
           Los andinos llamaron qquelcas, o pergaminos, los cueros di-
       secados de llama, en que sus memorialistas trazaron figuras, de va-
       lor ideográfico,  y  qquelqueri , o escriba (nombre que se aplica en
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