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ARMA ECONOMICA

               talidad", a la que Schacht se afilió desde muy joven, si-
               guiendo la tradición de sus antepasados.
                 Con ayuda de esas amistades, Schacht logró frenar el
               desplome  de  la  moneda  alemana,  y a  cambio  hizo  la
               concesión de que pudieran formar parte del consejo cen-
               tral  del  Reichsbank siete extranjeros,  entre  los  cuales
               figuraban Warburg, Mendelssohn y Wassermann.
                 La inflación fue siendo desacelerada y en su lugar apa-
               reció la recesión, "medidp. dolorosa, pero necesaria", se-
               gún  dijo  Schacht.  Con  la  recesión empezó a  haber ce-
               santía, disminución de la demanda y postración econó-
               mica en general. Algo así como la medicina antigua, que
               ante un caso de  alta fiebre  prescribía sangrías, con lo
               cual la  temperatura bajaba por debilitamiento, no por-
               que el mal se hubiera curado.
                 Fue  insólito que, dentro del mismo campo de  las fi-
               nanzas, surgieran quejas como la del Dr. Robert Deumer-
              - ex director del Reichsbank-, quien dijo que "los ban-
                    cos sirven ahora a los intereses privados. Sólo sir-
                    ven a los intereses públicos en cuanto no contradi-
                    gan a los intereses privados. Los bancos no finan-
                    cian las empresas más esenciales, desde el punto
                    de  vista  nacional,  sino sólo  las  que  prometen  el
                    rendimiento más alto (cosa que la economía libe-
                    ral  justifica).  Por ejemplo,  financia  una  destilería
                    de whiskey superflua para la economía.  Desde el
                    punto de vista nacional, su actividad no es sólo in-
                    útil sino aun nociva".  (l)
                 Hubo críticas a las medidas "dolorosas, pero necesa-
               rias", que iba implantando Schacht, pero por otro lado
               éste recibía felicitaciones de banqueros del extranjero,
               quienes estimaban que las finanzas alemanas marcha-



               <l>  "Nacionalización del  Crédito",  Dr.  Deumer. Von  Mises  (de  la  es-
                cuela de Viena) no estuvo de acuerdo con esa crítica y escribió que
                la  producción de bienes "innecesarios" no conviene más ni  menos
                que la  de "bienes esenciales" porque en  última instancia quienes
                deben determinar el destino del capital son los consumidores.

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