Page 508 - El Misterio de Belicena Villca
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concepciones de Dios panteísta, monista o trinitario, que sólo son apariencias de
El Uno, el Demiurgo ordenador de la materia.
Fíjese lo que ocurre con el concepto de Dios que poseen los distintos
pueblos integrantes de la antigua familia de lenguas indogermanas: casi todos los
nombres derivan de las mismas palabras y es seguro que éstas designan en un
pasado remoto a un Dios “Creador de todo lo existente”, es decir al Demiurgo, El
Uno. En sánscrito tenemos las palabras “Dyans pitar”, que en los Vedas se
utilizan para nombrar al “Padre que está en los Cielos”. Dyans es la raíz que en
griego produce Zeus y Theo, con sentido similar al sánscrito y que pasa a ser en
latín Júpiter, Deus pater o Jovis. Los antiguos germanos se referían igualmente a
Zin, Tyr o Tiwaz como el Dios “Creador” de lo existente, palabras que también
provienen del sánscrito Dyans pitar.
Igual etimología poseen palabras que designan a Dios en las familias de
lenguas turanias y semitas. En esta última familia, de importante relación con el
hebreo, encontramos “El” como una antigua denominación del Demiurgo en su
representante planetario “El fuerte”. En Babilonia, Fenicia y Palestina se adoró a
El, Il, Enlil, nombres que los árabes transformaron en Il ah o Alah, etc. No debe
extrañarle, joven Kurt, esta unidad etimológica pues lo alarmante es la “unidad de
concepto” que se descubre tras las palabras mencionadas, ya que en todas las
religiones y filosofías siempre se llega a dos o tres ideas de Dios aparentemente
irreductibles, pero que en realidad se refieren a distintos aspectos del Demiurgo:
tal la preferencia por un “Dios panteísta e inmanente”: El Uno; o “trascendente”
pero “Creador de la Tierra y los Cielos”: Jehová Satanás, Júpiter, Zeus, Brahma,
etc.
El Führer me miraba ahora con los ojos brillantes y Yo adiviné que sus
próximas palabras tendrían un contenido realmente importante:
–Hubo una guerra, joven Kurt. Una guerra espantosa, de la cual el
Mahabarata guarda quizás un recuerdo distorsionado. Dicha guerra involucró
varios Cielos en su teatro de operaciones y produjo como su expresión más
externa, lo que se ha dado en llamar “el hundimiento de la Atlántida”. Pero nadie
conoce a fondo a qué se hace referencia cuando se habla de la “Atlántida”, ya
que no se trata sólo de “un continente hundido”. Dicha guerra lleva ya más de un
millón de años en este plano físico, durante los cuales han sido varias las
Atlántidas físicas, continentales, que se han hundido, y ahora, en nuestro siglo
XX, podemos decir que nuevamente se apresta a “hundirse la Atlántida”. Pero
dejemos este Misterio por ahora pues tendrá que volver sobre el mismo durante
sus estudios.
Para concluir esta conversación le diré una última cosa joven Kurt. Sepa
Ud. que en esa Guerra Esencial, en la que se combate por la liberación de los
Espíritus cautivos, por la mutación colectiva de la Raza, contra la Sinarquía y
contra Jehová Satanás, el Tercer Reich ha comprometido todo su potencial
espiritual, biológico y material.
Con estas terribles palabras el Führer pareció dar por terminada su
explicación. Miré a mi alrededor y comprobé que Papá, Rosenberg y Rudolph
Hess aún continuaban a mi lado.
Un elegante mozo indicó al Führer que cuando lo dispusieran podrían
pasar al patio interior para tomar una cena fría. Eran las once de la noche. El
Führer y Rosenberg se despidieron de nosotros y fueron a reunirse con Goering y
el Dr. Goebbels en la cabecera de la mesa. Rudolph Hess invitó a Papá y a mí a
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