Page 609 - El Misterio de Belicena Villca
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Y eso fue todo cuanto ocurrió allí.  Momentos después los perros daivas
                 subían de dos en dos los peldaños de una escalera tallada en la piedra, que
                 llevaba a lo alto del barranco.
                        Finalizado el ascenso, se accedía a una amplia terraza, en cuyos límites
                 comenzaba la ladera de un monte perteneciente al extremo oriental del sistema
                 Altyn Tagh. El lugar se presentaba igualmente desolado, pero con evidentes
                 señales de la actividad humana. Nos sorprendió a todos, en efecto, la presencia
                 de un imponente  Chortens, monumento sagrado tibetano de base cuadrada y
                 cuerpo estrangulado en forma de campana, habitualmente rematado con un cono
                 truncado, en cuya cima se asienta la imagen de una Deidad. Colocada sobre el
                 cono superior del Chortens, se destacaba la horrible estatua de una Diosa
                 incontablemente multiplicada en sí misma y desdoblada en cientos de perfiles
                 semejantes: innumerables rostros, piernas y brazos, la convertían en un torbellino
                 de Presencias, es decir, significaban  indudablemente Su  Omnipresencia. La
                 Diosa expresaba un sólo Aspecto repetido incansablemente: tal aspecto, aislado,
                 la mostraba sonriéndonos compasivamente mientras danzaba sobre un Corazón
                 sangrante; lucía el cabello suelto y tocado con corona de Reina, un ojo en medio
                 de la frente, y ojos en las palmas de las manos y en las plantas de los pies. La
                 habían pintado delicadamente, y los colores predominantes eran el blanco y el
                 azul: cuerpo blanco, prendas azules.
                        El Chortens medía por lo menos 15 mts. de altura, y la estatua de la Diosa
                 tenía el suficiente tamaño para permitirnos apreciar todos sus detalles. Los
                 alemanes la observábamos en silencio,  expresando con gestos elocuentes el
                 desagrado que nos causaba: ¡teuflisch!
                        Los tibetanos también la contemplaban en silencio. Sin embargo, en un
                 acto inusual el gurka se dirigió hacia el grupo de oficiales  :
                        –¿Os impresiona la imagen de Kuan Yin, la Reina Madre del Oeste? A
                 nosotros nos impresiona igualmente, pero mucho más nos afecta el contemplar
                 a la propia Diosa interesada por los visitantes de su milenario Santuario. Si lo
                 deseáis, os puedo traducir con palabras claras lo que este humilde monje kâulika
                 ve y siente al percibir el Chortens de la Diosa de la Misericordia en el Valle de los
                 Inmortales.
                        Todos accedimos, sin imaginar hasta qué detalles de la trama oculta podía
                 llegar la aguda visión del monje kâulika.
                        –Ayer le dije a dos de Vosotros que si pudieseis ver el mundo sutil
                 comprobarían que nos encaminábamos hacia el Santuario de Hsí Wang Mu –
                 recordó Bangi–. Hoy hemos avanzado un trecho y nos aproximamos más a Ella,
                 la Madre de la parte animal del hombre. Pero vosotros seguís sin verla,  a
                 pesar de que su presencia está en todas partes. ¿Os impresiona su imagen?
                 Pues ¿qué sería de vosotros si lograseis levantar el velo de Mâyâ y
                 contemplaseis a Kuan Yin en toda su  Inteligencia y Majestad, en su total
                 Omnipresencia Misericordiosa ? Os lo diré: ¡no podríais resistir la Mirada de la
                 Diosa del Amor Animal, la Compasiva del Corazón!
                        –Y no podríais hacerlo porque la suya es una mirada de muchos ojos, de
                 cientos de ojos, de millones de ojos, que observan el corazón del hombre, o jîva,
                 aguardando que se aproxime e identifique  con su âtman, el Arquetipo Divino
                 creado por Brahma a semejanza de Sí Mismo. Y para eso la Shakti Kâkinî hace
                 oír su voz en el sonido anâhata shabda, y dice “om mani padme hum”, “Oh tú,

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