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Es muy apropiado decir a quienes investigan estos casos (ci- Abraham, estos espíritus gustan únicamente de las montañas y sólo se
tando a Robert Herrick): muestran a los hombres durante la noche.»
15. Citado por W. H. Hennessy, Revue Celt, I, 32-57, traducido del
Cogadh Gaedhel re Gallaibh, de Todd, p. 174.
Con sus ojos que presta ta luciérnaga, 16. R. H. B. Winder, «The Little Blue Man on Studham Common., Flying
las estrellas fugaces te acompañan; Saucer Review, XIII (julio-agosto, 1967), p. 3.
y también los elfos, 17. Éste es el título de una antología de poesía Inspirada por las hadas,
cuyos ojillos brillan compilada por Alfred Noyes y publicada por Chapman & Hall en 1910, de la
como chispas de fuego, te protegen. que hemos citado algunas muestras en este libro.
18. Macdonald Robertson, Selected Highland Folktales (Oliver & Boyd,
Edimburgo: 1961), p. 2).
19. No hay que confundirlo con J. F. Campbell, de Islay, autor de West
Highland Tales. Campbell, Traslations of the Gaelic Society of Inverness, XVI
(1889-1890), pp. 110-112.
20. Campbell, The Flans (D. Nutt, Londres: 1891), pp. 239-240.
21. Véase David MacRitchie, «The Pigmies», Scots Lore (1895).
22. Ezequiel 27:11.
NOTAS AL CAPITULO III 23. «The Pigmies», op. clt. Véase también Oas Volksleven (Junio 1895),
p. 104.
24. J. F. Campbell de Islay, West Highland Tales.
25. «The Pigmies», op. clt, p. 387.
1. «Los misteriosos platillos volantes», de Aimé Michel, p. 118. 26. Wainwright, The Problem of the Picts (Nelson, Paris: 1955).
2. Ibíd., p. 119. 27. Proyecto Blue Book, Wright Patterson Air Force Base, Dayton, Ohio.
3. Robert Silverberg, Mound Builders of Ancient America—The Archaelogy 28. John Keel, «West Virginia's Enigmatic "Bird"», Flying Saucer Re-
of a Myth (N. Y. Graphie Society, Greenwich, Conn.: 1968), p. 33. view, XIV, 4 (julio-agosto, 1968), p. 7.
4. Gelin, Études de Folk-lore et d'Ethnographie Ligugé (Biblioteca del 29. J. Vyner, «The Mystery of Springheel Jack», Flying Saucer Review, VII,
«Pays Poitevin»: 1900). 3 (mayo-junio, 1957), p. 3.
5. C. Puichaud, Tradition Populaire du Poitou (1896). 30. «The Saltwood Mystery», Flying Saucer Review, X, 2 (marzo-abril,
6. La Vouivre, de Marcel Aymé por ejemplo. 1964), p. 11. Véase también L. Schoenherr, «Winged Beings», Flying Saucer
7. Citado sin Indicación de fuente en A. Fenoglio, «Ancient Sky Visitors», Review, X, 4 (julio-agosto, 1964), p. 20.
Clypeus, III, 3, p. 13. 31. C. y L. Lorenzen, Flying Saucer Occupants (Signet, Nueva York: 1967),
8. Brian Stross, «The, ? Ihk'als», Flying Saucer Review, XIV, 3 (mayo- p. 137.
junio, 1968), p. 12. 32. De Report on Unidentified Flying Ob¡ets, de Edward Ruppelt. Co-
9. Ibíd. pyright 1956 de Edward Ruppelt. Reimpreso con permiso de Doubleday &
10. Gordon Creighton, «Middle America Creature Reports», Flying Saucer Company, Inc.
Review, XIV, 3 (mayo-junio, 1968), pp. 12-15.
11. Publicado primero en 1620 como un opúsculo en Paris, bajo el título
de «La Vision Publique d'un Horrible et Très-Epouvantable Démon sur L'Égli-
se Cathédrale de Quimpercorentin en Bretagne» y reeditado por Lengle-
Dupresnoy, Recueil de Dissertations sur les Apparitions (Leloup, Paris: 1751),
Vol. I, Pt. 2, p. 109. Véase también L. Gabriel Robinet, Le Diable, sa vie son
œuvre (Lugdunum: 1944).
12. P. C. Jacob, Curiosités Infernales (Garnler, Paris: 1886).
13. La primera edición de The Secret Commonwealth de Kirk fue publi-
cada en 1815 por Longman & Company. Sólo se Imprimieron un centenar de
ejemplares, que, naturalmente, son hoy día extremadamente raros. Reciente-
mente se ha vuelto a reeditar. Existe una excelente edición inglesa con
prefacio de Andrew Lang, y en 1896 se publicó una traducción francesa, rea-
lizada por Rémy Salvator, que puede consultarse en la Biblioteca Nacional de
París. La edición Inglesa es difícil de encontrar en Francia; yo la hallé en
Edimburgo, cuyas Biblioteca Central y Biblioteca Nacional de Escocia son
lugares muy adecuados para iniciar esta clase de estudios.
14. La única teoría coherente que he conseguido encontrar es la de la fe
del cabalista, relatada por el R. P. Le Brun en su Histoire des Superstitions
(París, 1750), IV, 398: que las hadas eran criaturas de Dios que Él no pudo
terminar en el último día de la Creación: «Y por este motivo, según el rabino