Page 48 - pasaporte a magonia jacques vallee
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     secreta  prestaremos  más  atención  a  los  fions;  aquí  únicamente      cantidad  de  comida  que  ella  sacaba  de  la  alacena,  en  el  estante
     quiero  llamar  la  atención  del  lector  hacia  una  leyenda  particu-   quedaba  siempre  la  misma  cantidad.  Y  ella  no  podía  dejar  de  co-
     larmente  bella  acerca  de  los  fions  y  las  tortas  mágicas  de  trigo  cer, hasta que el viejo marido del hada  se  apiado de ella y le dijo:
     negro.
        Parece  ser  que  érase  una  vez  una  vaca  negra  perteneciente  a           Estoy  seguro  de  que  estás  harta  de  vivir  aquí  y  anhelas  de-
     unos  pequeños  fions  que  habitaban  en  una  gruta,  que  asoló  el          jarnos.  Te  diré  cómo  debes  hacer  para  que  tu  deseo  se  cumpla.
     campo  de  trigo  negro  de  una pobre  mujer.  Al  comprobar  el  daño,        Recoge  todas  las  migajas  de  las  tortas  que  caigan  al  suelo  des-
     la  mujer prorrumpió  en amargas  lamentaciones.  Entonces los fions            pués  de  cocerlas,  guárdalas  en  la  alacena  y  eso  obligará  a  mi
     hicieron  un  pacto  con  ella:  ellos  se  ocuparían  de  que  nunca  le       mujer  a  despedirte.
     faltasen  tortas  de  trigo  negro,  a  condición  de  que  guardase  si-
     lencio.  Efectivamente,  la  mujer  y  su  familia  descubrieron  con         Naturalmente,  la  joven  hizo  lo  que  el  viejo  le  había  indicado
     asombro  que  su  provisión  de  tortas  era  inagotable.  Mas,  por  des-  y consiguió escapar. John Mac Neil, que tenía entre setenta y ochen-
     gracia,  un  día  la  mujer  dio  parte  de  una  torta  a un  hombre,  reve-  ta  años,  no  fijó  la  fecha  de  este  relato,  pero  como  aseguró  que
     lándole  el  secreto  de  su  origen  mágico,  y  la  familia  tuvo  que  vol-  la  propia  joven  le  contó  su  aventura,  hay  que  suponer  que  ésta
     ver  a  hacerse  tortas  de  trigo  negro  según  los  métodos  ordinarios.  tuvo  lugar  en  la  segunda  mitad  del  siglo  xIx.
        ¿Es  necesario  que  recuerde  al  lector  que  la  Biblia  también        Las  personas  de  mentalidad  científica  miran  con  indignación
     ofrece  unos  cuantos  ejemplos  de  alimentos  mágicos,  igualmente       tales  historias.  Cuando  se  preguntó  a  un  grupo  de  estudiosos  del
     inagotables?  Asimismo,  encontramos  estrechos  paralelos  en  histo-     fenómeno  OVNI  qué  opinaban  acerca  del  incidente  de  Eagle  Ri-
     rias  narradas  por  personas  reales.  Como  botón  de  muestra  va  el   ver,  sus  componentes  declararon  que  no  se  proponían  analizar  las
     siguiente  relato,  recogido  por  Hartland:                               tortas,  ni  hacer  nuevas  averiguaciones,  pues  tenían  cosas  mucho
                                                                                más  importantes  que  investigar.  Dos  semanas  después  de  la  ob-
             Un  hombre  que  vivía  en  Ystradfynlais,  en  el  Brecknockshire,  servación,  Joe  Simonton  dijo  a  un  periodista  de  la  United  Press
          salió  un  día  en  busca  de  sus  vacas  y  ovejas,  que  pacían  en  la  International  que  «si  aquello  volviese  a  ocurrir,  no  se  lo  contaría
          montaña,  y  no  regresó.  Transcurridas  tres  semanas,  cuando  ya  a  nadie».  A  decir  verdad,  si  los  platillos  volantes  fuesen  aparatos
          se  había  abandonado  la  búsqueda y  su  mujer  lo  daba por  muer-  procedentes  de  una  civilización  cósmica  supercientífica,  cabría  es-
          to,  volvió  a  su  casa.  Su  mujer  le  preguntó  dónde  había  estado  perar  que  estuviesen  abarrotados  de  instrumentos  electrónicos,
          durante las últimas tres  semanas.  «¿Tres  semanas?  ¿A tres  horas  superradares  y  enormes  computadores  espía.  ¡Pero  visitantes  de
          llamas  tres  semanas?»,  repuso  él.  Cuando  ella  le  instó  a  que  le  forma  humana,  que  respiran  nuestro  aire  y  transportan  consigo
          explicase  dónde  había  estado,  le  dijo  que  había  estado  tocando
          la  flauta  (que  siempre  se  llevaba  consigo  a  la  montaña)  en  un  cocinillas  volantes,  esto  ya  es  demasiado,  Mr.  Simonton!
          lugar  llamado  Llorfa,  cercano  al  estanque  de  Van,  cuando  de     Existe  la  idea  de  que  los  visitantes  procedentes  de  las  estre-
          pronto  se  vio  rodeado  por  unos  hombrecillos  que  se  fueron    llas  no  tienen  que  ser  humanos,  ni  siquiera  humanoides.  ¿Cómo
          acercando a él, hasta encerrarlo en un  pequeño círculo. Entonces     osarían  presentarse  aquí  sin  haber  recibido  una  cortés  invitación
          se  pusieron  a  cantar  y  bailar,  y  esto  le  emocionó  tanto  que  enviada  por  nuestros  potentes  radiotelescopios?  Durante  siglos,
          estuvo  a  punto  de  desvanecerse.  Después  le  ofrecieron  unos  pas-  nos  dedicaríamos  únicamente  a  trocar  una  información  de  carác-
          telillos,  de  los  que  él  comió,  y  aseguró  que  nunca  había  gozado  ter  altamente  científico  a  través  de  primorosos  circuitos  y  me-
          tanto  en  su  vida. 3
                                                                                diante  códigos  complicadísimos.  Y  aun  en  el  caso  de  que  viniesen
                                                                                a  la  Tierra,  lo  más  seguro  es  que  aterrizasen  en  Washington,  D.C.,
        Wentz  recoge  también  algunos  relatos  acerca  de  la  comida  de    donde  serían  recibidos  por  el  presidente  de  los  Estados  Unidos
     las  hadas.  Recopiló  estas  narraciones  durante  sus  viajes  por  las  y  los  «ufólogos  científicos».  Se  intercambiarían  regalos.  Nosotros
     regiones  célticas,  a  principios  del  siglo  actual.  John  Mac  Neil,  de  les  ofreceríamos  libros  sobre  exobiología,  y  ellos  nos  darían  foto-
     Barra,  un  viejo  que  no  hablaba  inglés,  contó  a  Michael  Buchanan,  grafías  de  nuestro  sistema  solar  tomadas  desde  sus  observatorios
     quien  tradujo  del  gaélico  para  Wentz,  un  precioso  cuento  sobre    espaciales.  ¿Pero  tortas  de  pan  moreno  perforadas  y  con  sabor  a
     una  joven  que  fue  arrebatada  por  las  hadas.                         cartón?  ¡Vamos,  Mr.  Simonton,  no  sea  usted  tan  paleto!
        Las  hadas,  dijo,  se  llevaron  a  esta  joven  a  su  morada  y  le     Y,  con  todo,  no  hay  duda  de  que  Joe  Simonton  está  completa-
     ordenaron  que  cociese  tortas  de  avena.  Pero  fuese  cual  fuese  la  mente  convencido  de  que  vio  al  platillo  volante,  la  parrilla  que
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