Page 62 - pasaporte a magonia jacques vallee
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          después de entrar  en  ella  con  su hijo  entonó el  ensalmo  que ella     tonces,  no  le  hubiera  ido  tan  mal,  pero  volvió  al  pozo  después
          y  sus  hermanas  solían  emplear, y  ascendió  de  nuevo  a  la  estre-    del  primer  encuentro,  y  recibió  así  hasta  cuatro  veces  una  feno-
          lla de donde había venido.                                                  menal  paliza.

        La  joven  pasó  dos  años  en  aquellas  regiones  celestiales,  hasta     El  6  de  noviembre  de  1957,  un  muchacho  de  doce  años,  Eve-
     que  un  día  le  dijeron:                                                  rett  Clark,  de  Dante,  en  Tennessee, abrió  la puerta  de  su  casa para
                                                                                 dejar  salir  a  su  perro  Frisky.  Vio  entonces  un  objeto  extraño  en
             Tu  hijo  desea  ver  a  su  padre;  así  es  que  vuelve  a  bajar  a  la  un  campo,  a  cosa  de  cien  metros  de  la  casa.  Pensó  que  estaba
          Tierra,  busca  a  tu  marido  y  dile  que  nos  traiga ejemplares  de  soñando  y  volvió  a  entrar.  Cuando  veinte  minutos  después  llamó
          todos los animales que mata.                                           a  su  perro,  descubrió  que  el  objeto  aún  seguía  allí  y  que  Frisky
                                                                                 estaba  a  su  lado,  con  varios  otros  perros  de  la  vecindad.  Junto
        Ella  así  lo  hizo.  Y  el  cazador  ascendió  a  los  cielos  con  su  al  objeto  estaban  también  dos  hombres  y  dos  mujeres  vestidos
     esposa,  vio  a  su  hijo  y  asistió  a  un  gran  festín,  en  el  que  fueron  con  ropas  normales.  Uno  de  los  hombres  trató  varias  veces  de
     servidos  los  animales  que  él  había  traído.                            capturar  a  Frisky  y  después  a  otro  perro,  pero  tuvo  que  dejarlos,
        Esta  leyenda  algonquina  presenta  una  mezcla  muy  compleja          pues  los  canes  parecían  dispuestos  a  morderle.  Everett  se  dedicó
     de  temas.  Algunos  de  ellos  están  presentes  en  las  actuales  histo-  a  observar  a  los  extraños  personajes,  que  hablaban  entre  ellos
     rias  de  OVNIS;  otros  se  derivan  de  conceptos  tradicionales,  como   «como  los  soldados  alemanes  que  había  visto  en  el  cine»;  des-
     el  intercambio  de  comida,  que  ya  hemos  comentado.  Los  elemen-      pués  les  vio  penetrar  en  el  objeto  atravesando  limpiamente  sus
     tos  nuevos  son:  (1)  el  deseo  expresado  por  los  seres  celestiales  de  paredes,  y  después  éste  se  elevó  verticalmente  sin  el  menor  ruido.
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     obtener  ejemplares  de  todos  los  animales  capturados  por  el  caza-   Era  oblongo  y  de  «ningún  color  particular» .
     dor,  y  (2)  la  idea  de  que  es  posible  el  matrimonio  entre  la  raza  En  otra  de  estas  extraordinarias  coincidencias  que  son  ya  tan
     terrestre  y  la  raza  aérea.  En  el  capítulo  IV  examinaremos  por     familiares  a  los  ufólogos,  aquel  mismo  día  se  efectuó  otro  inten-
     separado  este  último  aspecto.                                            to  de  raptar  a  un  perro,  esta  vez  en  una  población  de  Nueva  Jer-
        Hasta  aquí,  hemos  visto  a  nuestros  visitantes  robando  plan-      sey  llamada  Everittstown. *
     tas  y  solicitando  nuestros  productos.  Pero,  ¿han  llegado  a  dar        Mientras  el  caso  Clark  tuvo  lugar  a  las  seis  treinta  de  la  ma-
     muerte  por  sí  mismos  a  animales  terrestres?  ¿Han  arrebatado  ca-    ñana,  fue  al  anochecer  cuando  John  Trasco  salió  a  dar  de  comer
     bezas  de  ganado?  Si  hemos  de  creer  lo  que  cuentan  muchos          a  su  perro  y  vio  un  objeto  brillante  de  forma  ovalada  suspendido
     testigos,  así  es,  en  efecto.  Pero  lo  más  interesante  es  que  aquí  en  el  aire  frente  a  su  granero.  Casi  al  instante  siguiente  se  dio
     volvemos  a  encontrar  un  rasgo  común  a  los  ufonautas  y  al  Buen    de  manos  a  boca  con  un  ser  de  un  metro  de  estatura,  «de  cara
     Pueblo.  En  la  página  74  de  esta  obra  tendré  ocasión  de  citar,    color  de  masilla  y  grandes  ojos  de  rana»,  quien  le  dijo  en  un
     dentro  de  otro  contexto,  una  conseja  que  nos  presenta  a  una  mul-  inglés  macarrónico:  «Somos  gente  de  paz;  sólo  queremos  su
     titud  de  hadas  persiguiendo  a  un  corzo  en  la  isla  de  Aramore.  El  perro.»
     narrador  agrega  que,  en  otra  ocasión,  «esa  gentecilla  persiguió  a     Trasco  mandó  a  freír  espárragos  al  extraño  individuo.  Éste
     un  caballo».  Y  en  el  curso  de  la  misma  conversación  con  Walter   huyó  corriendo  y,  momentos  después,  su  máquina  despegó  verti-
     Wentz,  que éste  transcribió  antes  de  1909,  el  narrador,  apodado  el  calmente.  Parece  ser  que  la  esposa  de  Trasco  pudo  observar  el
     viejo  Patsy,  contó  la  siguiente  historia  acerca  de  un  hombre  «que,  objeto  desde  la  casa,  pero  no  así  al  pequeño  ser.  Dijo,  además,
     si  aún  vive,  se  encuentra  actualmente  en  América,  adonde  se  fue   que  cuando  su  marido  trató  de  agarrar  al  hombrecito,  éste  es-
     hace  unos  años»:                                                          capó,  pero  le  dejó  un  polvo  verde  en  la  muñeca,  que  desapareció
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             Cuando  caía  la  noche  en  la  Isla  del  Sur,  un  hombre  se    mismo  polvo  en  sus  uñas.  El  ufonauta  vestía  un  traje  verde  de
          hallaba  abrevando  a  su  vaca  en  un  pozo  cuando,  al  mirar  al  botones  brillantes,  se  tocaba  con  una  especie  de  boina  de  punto,
          otro  lado  de  un  muro,  vio  a  numerosos  seres  de  extraña  cata-  y  calzaba  guantes  con  un  punto  brillante  en  la  punta  de  cada
          dura  jugando  a  la  taba.  Cuando  vieron  que  los  miraba,  uno  se  dedo,  según  Coral  Lorenzen .
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          acercó  a  la  vaca  y  le  asestó  un  fuerte  golpe,  y,  volviéndose  des-
          pués  hacia  el  hombre,  le  produjo  profundos  cortes  en  la  cara  y  *  Por  otra  curiosa  coincidencia,  el  nombre  del  pueblo  del  segundo  caso  es  pa-
          el  cuerpo.  Si  el  hombre  hubiese  tenido  la  sensatez  de  irse  en-  recido  al  del  testigo  del  primero.  N.  del  A.
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