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156         Antoni  Gonzalo  Carbó        |        El Azufre  Rojo  VIII  (2020), 153-199.        |        ISSN: 2341-1368





               Y la voz de la Desconocida. ¿Rosemonde? ¿Por qué no se había dado cuenta nadie? Rosa (‘la
               rosa’) Munda (‘limpia’, ‘pura’)… Rosa de Reiner (Rainer)… Rosa Pura. ¿Es ese el nombre de
               la Desconocida?

               En su poema «Lebensalter» («Edades de la vida»), Georg Trakl, poeta contemporáneo de Ril-
               ke, escribe: «Más espirituales relucen / las rosas silvestres sobre la empalizada; / ¡oh alma
               silenciosa [O stille Seele!]» . En otro poema titulado «Sabbath» («Aquelarre») Trakl vincula la
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               sangre con el color de las f ores rojas: «Blutfarbne Blüten in der Spiegel Hellen» («Flores color de
               sangre en la luz del espejo») .  Hay un f ujo rojo –el que va de la sangre a la «rosa realiza-
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               da»– que mata. Relata el parecer de algunos alquimistas, según los cuales la sangre era la
               materia prima a partir de la cual se creaba el magisterio. Al f nal de la obra, el contenido del vas
               hermeticum se tiñe de rojo (rubedo). Este color representa, en la alquimia, la última perfección.
               Por lo general, el lapis philosophorum es descrito como rojo.

               Cruel destino el del poeta cuya sangre le va matando y de la cual, paradójicamente, ha de-
               jado escrito: «Te llevaré en mi sangre…» La sangre simboliza el principio vital, razón por la
               cual desde tiempos prehistóricos tuvo un papel predominante en los ritos mágicos y ocultos.

               Primer plano del cinematógrafo (Lancelot du Lac, 1974, dir. Robert Bresson): sobre unas sucias
               pajas yace el cuerpo de Gauvin , con los ojos cerrados y una mancha de sangre roja sobre
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               el tejido blanco que envuelve su pecho a modo de mortaja: rojo sobre blanco, como el alta-
               mente poético episodio de las gotas de sangre en la nieve que absorbe a Perceval en su pura
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               contemplación (Cuento del grial, Chrétien de Troyes, episodio 9) . Robert Bresson ya había
               utilizado esta imagen de la mancha de sangre en Une femme douce, 1969: un cuerpo yace, boca
               abajo, en el suelo. Sobre la calzada, una mancha de sangre.

               El presente artículo versa sobre un análisis comparado de la experiencia visionaria en el
               diarium spirituale del gran místico persa Rūzbihān Baqlī Šīrāzī (m. 606/1209), titulado Kašf
               al-asrār wa mukāšafāt al-anwār (El desvelamiento de los secretos y las apariciones de las luces), escri-
               to en el año 585/1189, y Siete visiones (1990), del insigne cineasta y pintor armenio Sergej
               Paradžanov (1924-1990). A pesar de tratarse de autores separados en el tiempo por siete
               siglos y de formar parte de contextos culturales distintos, comparten una aspiración espiritual



               2 G. Trakl, Sebastian en sueños y otros poemas, ed. bilingüe, trad., selecc. y pról. de J. Talens, Barcelona:
               Galaxia Gutenberg; Círculo de Lectores, 2006, pp. 304-5.
               3 Ib., pp. 183-4.
               4 Cf. S. Zunzunegui, Robert Bresson, Madrid: Cátedra, 2001, p. 199. Sobre el recurso de la sangre en
               este f lme, véanse las pp. 192, 193, 199.
               5 El Cuento del grial de Chrétien de Troyes y sus Continuaciones, intr. y trad. de M. de Riquer; I. de
               Riquer, Madrid: Siruela, 1989, pp. 115-6 y 24-5 de la intr.
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