Page 173 - Egipto TOMO 2
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PARTIDA PARA EL EGIPTO SUPERIOR 173
ha alcanzado de ellos el derecho de preferencia, para sus cargamentos de gomas, de sen,
de marfil y de maderas duras. Algo más léjos véndense al mejor postor cargamentos de
dátiles, para los cuales la oferta ha excedido á la demanda, y además de dátiles, alfarería
de Siut y de Keneh. El dragomán de una familia inglesa guia á una dahabijeh dos camellos
cargados de cofres, en tanto que su excelencia el amo, sigue el propio camino en un
carruaje de alquiler chillonamente pintarrajeado. A bordo de un gran buque del Nilo, de
la especie de las dahabijeh, embárcase un griego con algunos faquines que conducen
pesados bultos, buque que ha alquilado con el objeto de establecer una especie de Ouakkal
flotante, en el cual llevará sus géneros de una á otra ciudad. Quien desee ver negros de
todos los matices y esfumaturas imaginables, puede darse una vuelta por el puerto, seguro
de conseguirlo : por lo que á nosotros toca podemos asegurar que en ninguna parte hemos
visto reunidos tantos negros de diferentes especies. De nuestros ocho marineros la mayor
parte distan mucho de tener la piel blanca: Selim, de Dongolah, no es ménos negro que
el ébano; Salekli, que tiene confiado el cargo de camarero y debe desempeñar además
las funciones de criado, lavandero, y encargado de limpiar la vajilla, é Ismail, conocido
con el nombre de criado nuhio, que ha de desempeñar el cargo de cocinero, son de un
color gris oscuro: ambos son de Vadi-Halfah, cerca de la segunda catarata. El Arráez y
Husein su hermano, el piloto ó mustamel, son del Cairo; el grumete Gilani, encargado de
llenar nuestras pipas y de servirnos la candela, es decir, los carbones hechos ascua, con que
hemos de encenderlas, es un joven felah muy ágil, muy despierto y muy tentado de la risa,
á quien ama todo el mundo.
Con auxilio de Salekh instalámonos en el salón, amueblado con dos divanes, una mesa
para comer, v una lámpara de suspensión, visitamos los dormitorios, cerca de los cuales se
halla un pequeño gabinete para el baño, y después nos sentamos á la mesa para desayu-
narnos, en la cual las primeras obras de Ismail parecen acreditar á su autor de atezado
semblante. La proa del buque queda para la tripulación que duerme en ella al aire libre: aquí
se halla la cocina, al pié del robusto mástil que sostiene la inmensa verga de la cual pende la
vela latina. La calina es tan alta que para subir á cubierta es menester una escalera: este
lugar constituirá nuestro sitio favorito, puesto que en él podremos permanecer al aire libre,
guarecidos del sol, á beneficio de una elegante toldilla, y sentados sobre cómodas banquetas
provistas de cojines de piel, ó en mecedoras de mimbres. El pabellón aloman flota en el
pequeño mástil de auxilio, cerca de la caña del gobernalle, y la flámula ondea en el extremo
de la verga. Algunos marineros depositan en un gran cofre ó cajón pintado de verde, ciertos
objetos negruzcos: es el pan que comerán, seco ó remojado, durante catorce dias conse-
cutivos; pues hasta Girgeh no podrán reemplazarlo con otro tierno. Su comida de hoy la
constituven lentejas: mañana comerán guisantes y así sucesivamente.
El capitán se ha instalado en la proa de la dahabijeh, espiando el momento en que sople
favorable la brisa. De repente da una orden y se sueltan las velas. Gilani, ligero como un
gato, trepa á lo largo de la verga; síguele otro marinero y sirviéndonos ora del remo ora de la
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