Page 249 - Egipto TOMO 2
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                 agrisada y amarillenta superficie del desierto, sobre la cual vegetan innumerables plantas, por
                 demás raquíticas, viven miserablemente escuálidos reptiles,  y vienen á ser mojones que
                 indican el mejor y más cómodo camino, las blancas osamentas de los camellos que sucum-
                 bieron á la fatiga del viaje.  Cierto que una excursión á través del desierto es abundante en
                 privaciones; pero el ambiente es tan puro, tan ligero y sutil el aire que se respira, que
                                                                         el
                 placer que en  ello  se  experimenta compensa todos  los inconvenientes. No  es  posible
                 imaginar, no habiéndola experimentado, la incomparable dulzura del descanso, después de
                 un dia de fatigosa marcha, á la hora en que empieza á gozarse el fresco de la noche, y las
                 brillantes é innumerables estrellas que tachonan la bóveda celeste envuelven al viajero en los
                 rayos de su tenue  claridad.  Nosotros hemos gozado algunas veces esa plácida calma;
                 nosotros hemos recorrido también las dilatadas llanuras del desierto, y en medio de sus
                 soledades hemos meditado,  y gozado  el seductor espectáculo de la naturaleza, sin que el
                 rumor más insignificante viniera á sacarnos de las delectaciones purísimas en que permane-
                 cíamos sumergidos durante horas enteras
                                          , que contamos entre las más venturosas de nuestra
                 vida.  Repetidas veces hemos oido al gran viajero H. Barth, asegurando que jamás se ha
                 sentido más dichoso y feliz que en medio del desierto de Africa. Lo comprendemos, porque es
                 imposible encontrar en  el mundo lugar alguno en  el cual pueda alcanzar  el hombre una
                 concentración más completa, y adquirir una posesión más íntima de las fuerzas del espíritu:
                 así se explica que la inmensa mayoría de las religiones de Oriente, se hayan concebido por
                 sus  respectivos fundadores en medio de la calma y soledad del desierto. En los dilatados
                 mares de arena de la Libia, es raro encontrar al beduino del Sahara occidental, que decidido
                 marcha al galope de un caballo de pura raza: las tribus que se hallan establecidas en las
                 cercanías  del Nilo, y que mediante un estipendio prestan sus servicios, como guias y
                 acompañantes,  y los de sus camellos al viajero que pretende recorrer aquellas regiones,
                son bastante miserables,  y no tienen nada de temibles. Con todo, se distinguen comple-
                tamente de los felahes por sus maneras viriles y por su arraigado sentimiento de indepen-
                dencia: consideran á éstos inferiores, se llaman con orgullo árabes, en recuerdo de la cuna
                de su raza, esa Arabia de donde salieron sus nobles antepasados, y se resignan á duras
                penas á la vida sedentaria del egipcio, descendiente de los faraones, que cultiva su campo
                y lo riega con el sudor de su frente.
                  Encontramos nuestra dahabijeh en Beliane
                                              ; pasamos delante de Farchut; consentimos
                que nuestro arraez se trasladara á las cercanías de Hou, para ofrecer un presente á cierto
                renombrado santón que reside en aquellos lugares; visitamos algunas cavernas antiguas
                existentes en la cordillera líbica  ; en Kafr-es-Saiad gozamos contemplando  las hermosas
                                                                 el Sur, y por
                palmeras dum, más bellas al paso que el viento del Norte nos impele hácia
                último penetramos en el puerto de Kene, la Kaenopolis de los griegos. Verdaderas montañas
                de objetos de alfarería, especialmente tinajas de todos tamaños y dimensiones, y el humo de
                una multitud de hornos de alfarero, revelan al que en
                                                    el mismo toma tierra, cual es la
                industria principal en que se ocupan los habitantes de esta villa y sus contornos. En las
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