Page 355 - Egipto TOMO 2
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272 HASTA TEBAS
evitar repeticiones, nos hemos ocupado con tanta extensión del templo de Denderah, que de
esta suerte nos ha servido al par de modelo y de ejemplo. Desgraciadamente carece de
pileos. Sobre sus vastas superficies, ligeramente inclinadas, del mismo modo que sobre los
muros exteriores, se disponían los cuadros é inscripciones relativos á las hazañas del Faraón
contra los pueblos extranjeros, de manera que pudiese contemplarlo á su sabor
el pueblo
que, según dejamos manifestado, no podía penetrar en la Casa de Dios. Los templos de
Tébas nos ofrecerán coyuntura favorable para ocuparnos en esas escenas bélicas. En cambio
existe una categoría especial de inscripciones
y representaciones, que lo mismo se encuentran
en los muros exteriores que en los de las cámaras del interior, á una altura tal, que el ojo
puede fácilmente apreciarlas; pero que en ningún edificio se hallan tan perfectamente detalla-
das, como en los templos debidos á los Tolomeos en general, y particularmente en el de Den—
derah. Nos referimos á aquellas que tienen por objeto dar á conocer de una manera especial
la división política y religiosa del país, y consisten en una larga série de figuras femeninas ó
hermafroditas, á la cabeza de la cual marcha el rey, con
frecuencia acompañado de su esposa, y en las cuales puede
observarse á éste ofreciendo dones á la divinidad principal de
las existentes en el templo que se levanta delante de aquella.
Cada una de esas figuras representa un nomo ó provincia.
Cuál de ellos sea, lo dice el grupo puesto á la cabeza, que se
compone de la representación de un terreno cortado por
canales, de una enseña en forma de estandarte adornado con
una corbata y del animal ó de los objetos que constituyen la
divisa del cantón ó provincia respectivos. Al lado de dichas
figuras, indicaciones más ó menos perfectas nos dan á cono-
cer las subdivisiones del nomo que representan: la capital, los canales, las tierras de labor,
y lo que se llama el país extremo (poliu), con sus lagunas y marismas. De la propia suerte
nos revelan el nombre de las principales divinidades del templo, de la tumba de Osíris que
depende de él, de los miembros del esposo de Isis que en la misma yacen sepultados, de las
serpientes, de los árboles, de los barcos consagrados á los dioses del nomo, del gran
sacerdote y de las sacerdotisas, de las grandes fiestas, y hasta de los séres, objetos y
personas que no pueden tener entrada en el templo principal. El número de los nomos
variaba según las épocas. Generalmente se contaban veintidós para el Alto Egipto y
otros veintidós para el Bajo. Los primeros pueden identificarse fácilmente, puesto que
marchan sin interrupción uno en pos de otro á lo largo del Nilo, como si dijéramos de ese
meridiano natural que atraviesa el Egipto de Sur á Norte: en cambio el entrecruzamiento de
los nomos de la Delta ofrece no pocas dificultades al estudioso que pretende determinar sus
verdaderos límites. Por lo demás, la primera medida exacta de la tierra, determinada por
Eratóstenes de Alejandría, nos da conocimiento de la exactitud con que se procedía para
evaluar la verdadera extensión de los nomos.