Page 353 - Egipto TOMO 2
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270 HASTA TEBAS
tenian lugar espléndidas procesiones, siéndonos conocido el curso que seguian, lo mismo que
las que se celebraban en las demás fiestas que tenian efecto en el templo de Hathor, por el
calendario ó ritual en que se encuentran consignadas circunstanciadamente y que se
halla perfectamente conservado. Celebrábase una fiesta propia del año nuevo, que tenia
lugar en los dos primeros del primer mes (Thot), la cual estaba consagrada á Horo, en su
representación de reunidor de ambos mundos, siguiendo á ella una fiesta consagrada á los
muertos: otra gran fiesta dedicada á Osíris comenzaba al anochecer, celebrándose en el
estanque sagrado y recordaba las noches sagradas de Sais, de que habla Herodoto. Otras
procesiones que se verificaban en otros dias, tenian como objeto el mamisi y se celebraban
en las ciudades de Denderah,
y en las de Horo, Edfu, Apolinópolis Magna, á las cuales cada
año iba Hathor á reunirse con su marido, conducida en un buque dispuesto para el caso.
Los sacerdotes subían frecuentemente á la parte superior del techo con las estatuas de sus
divinidades, las navecillas que las contenian y sus emblemas simbólicos. En dicho lugar se
encontraban dos grupos de tres aposentos consagrados á Osíris. En los del Norte se
instalaban los representantes de los nomos del bajo Egipto, y en los del Sur los de los nomos
del Egipto alto que iban á visitar la tumba de Osíris: según parece la cámara á cielo abierto
era la primera de las situadas á la parte de Mediodía.
Debemos recordar que la estatua de la divinidad fué hecha pedazos; que éstos fueron
distribuidos entre los diferentes nomos, incluso el de Denderah, y que los nomos los
enterraron en el territorio que los constituía. Según parece, estas inestimables reliquias se
guardaban encerradas en vasos preciosísimos y eran conducidas de una á otra de las tumbas
de Osíris, lo mismo en Denderah que en todas partes. En el techo de una de las cámaras
del Sur fué encontrado el célebre zodíaco que tanto se encareció en un principio y que se
consérva hoy en París. Un pequeño pabellón aéreo, ligero, levantado sobre el techo del
templo que nos ocupa, y que parece un modelo griego adaptado á una construcción egipcia,
como el pabelloncito, más elegante aún, de Philse, era el teatro de los ritos más solemnes, en
la gran fiesta celebrada en honor de Horo, con motivo del año nuevo. Nada hay aquí que
sea puramente helénico, y sin embargo, en todas partes se encuentran proporciones tan
armónicas, una disposición tan bella en su conjunto, que es imposible desconocer la
influencia ejercida por la arquitectura griega sobre la arquitectura de las orillas del Nilo en
tiempo de los últimos Tolomeos. Con todo, si hacemos abstracción de las inscripciones
griegas aisladas que se hallan mezcladas con los jeroglíficos, nada más vemos en las cámaras
que no pertenezca á la rica ornamentación del estilo egipcio, y la decoración del santuario
debia ser de una pompa verdaderamente oriental. De seguro que en nada cedía á la del
templo de Edfu, de la cual nos refieren maravillas los documentos relativos á la construcción.
Los muros estaban exornados con oro en la parte exterior; las paredes interiores pintadas
de colores vivísimos; los goznes y montantes de las puertas eran de cobre, las puertas
forradas de planchas de oro, y los utensilios sagrados estaban elaborados de los metales más
ricos y cuajados de piedras preciosas. La luz de numerosas lámparas, encendidas en las