Page 438 - Egipto TOMO 2
P. 438

DE LA CIUDAD DE AMON A LA CATARATA
                   350
                   Hasta  tal punto han logrado dominarnos las maravillas de la ciudad de Amon, que
                 hemos concedido al estudio de la ciudad mayor espacio del que en un principio imaginára-
                 mos; pero al cabo se ha soltado el cable que mantenía amarrada nuestra dahabijeh, á la orilla
                 de Luqsor, y desde su cubierta saludamos por vez postrera á nuestros amigos coptos, Todros
                  Moharreb, que  al despedirse de nosotros nos han traído riquísimo pan de tierno maíz,
                 y
                 y nos han entregado como recuerdo algunas antigüedades preciosísimas: correspondemos
                                                          conocidos de Luqsor y de
                 á las descargas que en señal de despedida hacen nuestros amigos y
                 la aldea de Abd el-Kurna, y emprendemos de nuevo nuestro derrotero hacia el Sur. El Xilo
                 no tiene el ímpetu que anteriormente. Para trasladarse á caballo desde la necrópolis de Tébas
                 á Erment (Hermonthis), bastan dos horas: yendo embarcado es menester mayor tiempo,
                                                        gracias á los repliegues del
                                                        rio. A pesar de esto llegamos
                                                        al caer el dia  , y  como el sol
                                                        no se había puesto aún, apro-
                                                        vechamos  el tiempo  recor-
                                                        riendo las calles de la ciudad
                                                         especialmente su pequeño
                                                        y
                                                        bazar. En  el siguiente nos
                                                        trasladamos á caballo al sitio
                                                        en que se encuentran las in-
                                                        formes ruinas de la antigua
                                                        vecina de Tébas  , reducidas á
                                                        algunas antiguas columnas,
                                                        varios sillares esparcidos, del
                                                        templo consagrado al dios del
                                                        sol y de la guerra, Menth, y
                 del mamisi que hemos descrito, ó más bien, reproducido como convenia, por medio del lápiz
                 y el pincel del artista Fiedler. Hace unos diez y ocho años, un empresario ignorante demolió
                                                                        las
                 el santuario, y con los sillares, preciosamente esculpidos, construyó los cimientos y
                 paredes de la gran refinería del Virev. Afortunadamente se ha conservado el nombre griego
                 Hermonthis (en egipcio antiguo An-Menth), que se reconoce fácilmente en el árabe Erment.
                 En cambio es una verdadera lástima que hayan sido destruidos sin compasión los cuadros del
                 mamisi: el Sol de los dos horizontes, la esposa de Menth, con la asistencia de varios dioses y
                 en presencia de la célebre Cleopatra, daba á luz al niño Horo.  Este acontecimiento, realizado
                 en otro tiempo en el círculo de la triada de Hermonthis, fué aplicado, por adulación sacer-
                 dotal, al nacimiento divino de Cesarion, hijo de Julio César y de Cleopatra: en otro cuadro en
                 alto-relieve, veíase al infante recien nacido, hijo del héroe romano y de la más seductora de
                 las mujeres de su tiempo, tomando  el seno de su nodriza la diosa. No me ha sido dable
                 descubrir  el varonil retrato de Julio César, que el barón de Kóller pudo contemplar todavía
   433   434   435   436   437   438   439   440   441   442   443