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352 DE LA CIUDAD DE AMON A LA CATAEATA
más lejos, hácia el Sur, levántase la aldea de el-Kab, con los restos de la antigua ciudad de
Necheb. Al parecer, y fundándonos en su antiguo nombre egipcio, explicado por vez primera
por Dumiehen, de un modo que nada deja que desear, Esne parece haberse formado de
Necheb, después de la total expulsión de los Hyksos. En efecto, Será, de donde se forma
Esne, puede significar traslación de uno á otro lugar, y se explicaría teniendo en cuenta el
emplazamiento que tenia en la orilla oriental del Nilo durante el antiguo imperio. No subsiste
de él más templo que una sala hipóstila; mas basta verla para comprender la razón de haber
dado los egipcios á Esne el título de A ni, la Ciudad de las columnas. El santuario principal
que en su recinto se encerraba, hallábase consagrado á la triada de Chnum ó Chnum-Ra, de
Nebuu, formada de la Neith de Sais y de su hijo Kalii. Los griegos daban á Esne el nombre
de Latópolis, del pescado latus, que recibia en ella
un culto especial, hallándose también representado
en las monedas del nomo. Si este animal sagrado
v los honores que se le tributaban, no se hallan
mencionados en la gran sala hipóstila, no por esto
debemos sorprendernos, puesto que dicha sala
constituye simplemente una parte insignificante
del templo: el sancta sanctorum y las cámaras que
lo rodean los patios y los pileos se hallan sepul-
,
tados bajo las arenas, bajo el limo arrastrado por
las inundaciones, bajo las mismas ruinas, pues
sobre la plataforma del mismo se extienden en
gran parte las calles de la ciudad. Para descubrir
las porciones que yacen enterradas, seria, indis-
pensable destruir la mitad de la población. Hasta
la misma sala hipóstila accesible aún, hállase
como incrustada de barro y de las hierbas arras-
tradas por las inundaciones, hasta la altura de los
en el bazar de esne capiteles de las columnas. A ella llegamos al cabo,
después de habernos trasladado desde el puerto á la ciudad y de haber atravesado ésta en
toda su extensión. Penétrase en ella por medio de una callejuela cerrada: pertenece á la
administración de hacienda de la provincia, y se desciende al interior por medio de una
escalera. La luz penetra en la misma por los espacios que quedan libres entre la primera fila
de columnas. Al fin nos encontramos en medio de la sala. Está intacta: el efecto que
produce su esplendidez es indescriptible: sorprendiónos su grandeza y la perfecta armonía de
cada una de las partes que la componen; la riqueza de la invención, y la infatigable actividad
de los escultores que la han cubierto de inscripciones y de cuadros sin dejar en toda la pared
una sola pulgada sin adornar. Veinticuatro columnas soportan los robustos sillares del
arquitrabe y las macizas losas del techo. Cada una de ellas mide once metros treinta