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DE LA CIUDAD DE AHON A LA CATARATA
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                  centímetros de altura, por cinco metros cuarenta centímetros de grueso, descansando sobre
                  una robusta base.  El fuste cilindrico, completamente cubierto de inscripciones, se adelgaza
                  un poco en la parte superior, contribuyendo semejante elemento á su mayor esbeltez.  ]\o
                  hay un solo capitel igual, siquiera obedezcan todos á un mismo pensamiento y á la propia
                  inspiración: una inmensa flor campanulada, á la cual sirven de adorno fragmentos de plantas,
                  ramas de palmera, racimos de uvas y de dátiles, troncos desprendidos de plantas acuáticas,
                  hongos y hojas desecadas, de las cuales sólo se conservan los nervios, enlazados en forma de
                  red, constituyen un conjunto encantador, maravilloso, del cual difícilmente puede formarse
                  idea no teniéndolo á la vista. La mayor parte de esos capiteles son de diferente altura, y no
                  obstante,  esta diversidad en nada se opone  al  efecto  estético, pues todas  las  fajas que
                  terminan la parte superior del fuste y que sirven  al parecer para sujetar el follaje, están
                  construidas teniendo idénticas proporciones.  El arquitecto á quien se debe esta sala, en la
                  cual cuando el sol camina al ocaso penetran amplias fajas de luz, ha comprendido perfecta-
                  mente  el arte de su país  ; bien que sin olvidar las obras de los griegos que en su tiempo
                  dominaban aún en el valle del Xilo. Thutmosis III habia fundado en Esne un templo más
                  antiguo: la soberbia sala en que nos encontramos fué empezada á mediados de la época
                  tolomáica y terminada por los emperadores romanos. La línea de la sala hipóstila de E&ne,
                  que lleva  el nombre del emperador Decio,  es  la última de las inscripciones jeroglíficas,
                  talladas por los escultores sobre la pared de un templo egipcio. Los innumerables signos que
                  cubren la sala de columnas de Chnum-Ra, son ricas en caprichos de un género especial,
                  pero compensan con usura el trabajo que en descifrarlas debe tomarse el estudioso. Merece
                  singular mención el gran calendario inscrito sobre el revés de la parte anterior, por lo mismo
                                            todas las procesiones que se celebraban en honor de
                  que nos da á conocer todas las fiestas y
                  la triada de Esne, lo mismo en la ciudad que en los lugares comarcanos.  El cha décimo del
                  primer mes (Thot) se velaba la estatua de la diosa Nebuu, la Neith de este nomo, cuyo
                  nombre significa el todo.  Esta costumbre nos recuerda la inscripción de la estatua de Athene
                  (Neith) de Sais, que según Herodoto, se hallaba concebida en los siguientes términos: «Soy
                  »el Todo: ningún mortal ha logrado aún levantar el velo que me cubre.» La figura del
                  Faraón cazando con redes, no sólo se encuentra en este sitio sino también en Karnak y en
                  otros templos.  El calendario de las fiestas de Edfu nos revela lo que significan estos cuadros
                  sorprendentes á causa de la santidad del lugar en que se hallan:  los peces, impuros por
                  naturaleza  , eran  el símbolo de los pueblos aborrecidos que vivían en los países extranjeros,
                   así como los pájaros cazados con trampa, reproducen alegóricamente los malos espíritus.
                                      el bazar de Esne, para trasladarnos al barrio habitado por las
                    Atravesamos el mercado y
                   ghawazi, sabedores de que no existe población alguna en Egipto en que más abunden las
                   cantadoras y  bailadoras, especialmente desde que Said-Bajá relegó  al mismo todos los
                   individuos de  esta corporación, después de haberlos expulsado del Cairo. En Kene, en
                   Luqsor, en Karnak,  acaso  hasta en fias mismas ruinas de Karnak, en compañía de
                   extranjeros de distinción, amantes de contrastes y de inesperadas impresiones, casi en todas
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