Page 69 - Egipto TOMO 2
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RESURRECCION DEL EGIPTO ANTIGUO     67
              base para los primeros cómputos del tiempo, la medida, el número y cuanto se regula ó está
               sometido á leyes, y más adelante hasta la ciencia, la escritura y todas las producciones del
               espíritu humano fue sometido á su dominio. Es el amanuense ó notario de los dioses y se le
              representa teniendo en la mano la tableta y el cálamo y redactando el protocolo en el juicio do
              los muertos. Con Safekh, la diosa de la historia, toma acta de las acciones de los príncipes,,
              preside las bibliotecas y protege á los escritores. Consérvase también, y no poco, de los avíos-
              de los jeroglámmatas, y entre ellos paletas provistas de la tinta negra y del color rojo que so
              empleaban para distinguir las rúbricas del cuerpo del escrito. La casualidad, según dejamos
              consignado, ha hecho que llegaran hasta nosotros gran número de obras literarias escritas
              sobre papiro. El Museo de Boulaq es menos rico en venerables rollos de este género que




















                                 CUADRO DEL TRIBUNAL EGIPCIO DE LOS MUERTOS
                               Viñeta del capítulo 125 del Registro de los muertos de Turin
              muchas de las colecciones europeas; pero aún así, posee no pocos papiros de gran precio y de-
              notoria importancia. Los que más abundan son los conocidos bajo el título de Libro de los
              Muertos. Era esta la obra fundamental de la religión egipcia: encuéntranse ejemplares de ella
              debajo de las fajas con que se vendaban las momias, ó capítulos de la misma, trazados sobre
              los muros de los sarcófagos y de las catacumbas, y en los objetos, grandes y pequeños, que
              constituían el ajuar fúnebre. Basta decir que este libro, cuyo orden de capítulos no es siempre
              el mismo, y cuyo texto está más ó ménos compendiado ó desarrollado, según los casos, puede
              definirse con toda exactitud: guia para el alma en sus peregrinaciones de ultratumba. El ejem-
              plar más perfecto que se conoce, que es aquel de que se ha servido Lepsius para establecer el
              orden que se sigue en la disposición de los capítulos, se conserva en el Museo de Turin. El
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