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126 ORIGEN DE LOS INDIOS
de Ncé llamados Sem, Cam y Jafet, vivieron en laa llanurae
de Senaar, entre el Tigris y el Eufrates, y tuvieron gran
progenitores con algunos animales en una barca; de haber largado prime-
ro un pájaro por ver si habían cesado las aguas, 3' después otro, el cual
volvió con un ramo verde, 3^ de haber con eso salido á poblar, por segun-
da vez, la Tierra».
Los Muyscas, en sus tradiciones, conservan el recuerdo de un diluvio^
pues refieren que en los tiempos más remotos, antes que la luna fuese crea-
da, los habitantes de la meseta de Bogotá vivían en estado de barbarie;
que de repente se les apareció un viejo desconocido, perteneciente á una ra-
za diferente á los indígenas, de barba larga y espesa, que ^e llamaba Bo-
chica ó Boquica, que traía una compañera llamada Huytaca, que era de
carácter tan descontadizo, que contrariaba á su esposo en todo lo que él
emprendía: ella hizo hinchar el río Fungha, cu\'as aguas cubrieron todo
el valle de Bogatá é hizo perecer casi todos los habitantes, por cuj-o delito
Bochica la persiguió y la condenó á alumbrar la Tierra durante la noche,
creyendo los Mu^-scas que la tal Huytaca es la Luna. Después de haber
retirado las aguas, Bochica prosiguió su obra civilizadora.
Fr. Marcos de Nizza, en su obra « Ritos y Ceremonias de los Indios de
Quito, » asegura que esos indianos «conservan aún la memoria de un anti-
quísimo general naufragio proveniente de que el primer hombre ó dios lla-
mado Pacha, no teniendo con quien hacer guerra, la mantuvo con una gran
serpiente á la que hirió con sus flechas, la que vomitó tanta agua que ane-
gó toda la Tierra; que se salvó Pacha con sus tres hijos y mugeres, fabri-
cando una casa sobre la cumbre del Pichincha, donde metió animales y ví-
veres; que pasados muchos días largó el allaguanga, ave semejante al cuer-
vo, y no volvió por comer los cadáveres de los animales muertos; que
echando otro pájaro, volvió con hojas verdes; que bajó entonces Pacha
y que al tiempo
con su familia hasta el plan, donde es la ciudad de Quito,
de hacer allí la casa para vivir todos juntos, ninguno pudo entender lo
que hablaba el otro; que separados por eso, con sus mugeres, se habían
establecido los tres hermanos y el viejo en diversas partes de la comarca,
donde estaban todavía sus descendientes.»
El P. José de Acosta, en su « Historia Natural y Moral, » lib. I, cap.
XXV, expone que « Los Peruanos con venía» todos en que se habían aho-
gado todos los hombres, á excepción de nuiy pocos, á los cuales escondió
el Sol en una pequeña isla del lago Titicaca, según unos, ó en la cueva de
Pacaritambo, según otros; que saliendo con el tiempo un Viracocha ó