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DE LOS INDÍGENAS DEL PERÚ 339
dades may poco se han preocnpado de la conservación de
sns reliqnias antiqnfsimas, porque la malhadada política ab-
sorbió siempre la atención.
Ya que tocamos este punto, debemos decir algo sobre
las ruinai de Choqquequirau, también ciudad prehistórica.
Aunque descubierta ésta hace ya como cuarenticinco año»,
las autoridades de los últimoi tiempos no han dado paso
alguno, tendiente á su conservación ñi al estudio de los mu-
cho8 monumentos de inestimable valor arqueológico que
encierra.
Choqquequirau (que significa cuna de oro), es una ciudad
mis extensa que la del Cueco, situada á poca distancia de
la boca déla gran peniniuU formada por los ríos Apurimee,
Ene y Tambo, y es limitada, por un lado, con la cadena de
la Cordillera de los Andes, y por otro, por el caudaloso río
Apurlmac: es construida toda de piedra labrada, con sun-
tuosos palacios que tienen salones de más de cuarenta me-
tros de largo por die« ó doce de ancho; además, posee her-
mosas construcciones, baños admirables y templos magní-
ficcs. Se cree que esa ciudad era una morada de recreo de ¡os
lacas, y fué, según se asevera, el último baluarte de los po-
cos miembros de la familia imperial, que escaparon á la per-
secución de los Españoles, después de la sublevación de Man-
co II, y que allí enterraron la cuna de oro en que se meció
Huaynahuantinsuyo (1).
(1) Desde el siglo xv ha permanecido esa ciudad completamente ocul-
ta, por hallarse cubierta de bosques; en ella no ha posado la planta del
conquistador, y, por consiguiente, n » fué objeto de profanación, destruc-
ción y especulación de la codicia de los aventureros del tiempo de la con-
quista, ni aún de los especuladores de la larga época del coloniaje. Empero,
la existencia de Choqquequirau fué conocida desde algún tiempo á la fecha,
pues es notorio que por los años 1870 á 1874, el señor José Benigno Sama-
nez, al frente de un» expedición, se propuso llegar á ese sitio; pero su propo-
sito],le salió frustrado, porque entonces no pudo abordar áél por las dificul-
tades de los cuminOB inaccesibles. Poiteriormente, el doctor don Jnlio Gé-