Page 349 - I. Origen de los indios de Amrica. II.Origen y civilization de los indgenas del Peru
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DÉ LOS INDÍGENAS DEL PERtJ            336

     don tuvo entre los habitantes de la altiplanicie de loi Andes
     pernanoB, legándoles no solamente sus costambres y su filo-
     logía, sino también su arte arquitectónico, pues se aiegnra
     qne los monumentos de Tiahnanaco guardan cierta analo-
     gía con los de la Caldea Babilónica. El hecho e?, que en me-
     dio de todo, no es posible precisar con exactitud quienes
     fueron los edificadores de esos grandiosos monumentos, los
     más notables del Mundo, por las piedras colosales emples-
     das en su construcci5n; pero lo cierto es, también, que esos
     famosos monumentos son hechura de una rasa especial, 7 si
     se quiere, hasta extraordinaria.
         Los antropólogos niegan, en lo absoluto, la existencia
     en el Perú de una raza de gigantes constructora de porten-
     tosas monumentos monolíticos; pero   el hecho es, que todos
     los antigües historiadores están acordes en un punto: que
     en el Pv^rú hubo, en tiempos remotísimos, una civilización
     bastante avanzada, que desapareció totalmente, al extremo
     de que, cuando aparecieron Manco-Ccapacc y Mama Odia
     en la cumbre del Huanancauri á regenerar la sociedad, el
     país estaba habitado por tribus algo civilizadas, algunas,
     y salvajes las más, que no sabían siquiera explicar el origen
     de las importantes ruinas de Tiahuanaco. Sin embargo, no
     solamente es presumible, sino hecho que no tieóe lugar á du-
     da, que los hombres de esa civilización antiquísima debieron
     poseer algún medio mecánico de grandísimo poder, no tan-
     to para arrastrar á largas distancias las pesadísimas moles
     de piedra de granito de esos soberbies edificios ciclópeos, si-
     no, sobre todo, para colocarlas en los elevados sitios en qne
     se hallan. Es posible que los hombres extraordinarios de
     esa civilización antiquísima se remonten á la época anti-
     diluviana, ó,á lo menos, á los principios de lapost-diluviana.
        Réstanos, para terminar este punto, manifestar la opi-
     nión de un viajero alemán, que, últimamente, ha hecho ex«
     ploracioces científicas en Tiahuanaco, el que supone que este
     logar, en la época de su mayor apogeo, fué una gran ciudad
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