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MUNDO, DEMONIO Y CARNE.     35
       ba contenida en  el fruncimiento de sus  labios,
       de la misma manera que el muelle está contenido
       dentro del  resorte. Se puede decir que no tenía
                                  ,
       cara para la risa.
         En el aire exterior de su persona se notaba la
       atmósfera lóbrega y fría de  los subterráneos:
       un termómetro puesto bajo su influencia habría
       bajado á cero. Sus movimientos carecían de es-
       pontaneidad, parecían  sujetos á un verdadero
       rigor automático  ; no se desperdiciaba en ellos
       nada de esa movilidad que en España derrocha-
       mos  y  que en Inglaterra  se economiza  : era  , en
       este punto, un inglés que no hablaba más que
       con la boca.
         Frente á frente de Elias formaba un contraste
       que saltaba á  la  vista, porque  el  afortunado
       mortal destinado á recoger la herencia del Ban-
       quero, era el reverso de la medalla. El calor de
       la juventud aumentaba en él la expresión que da
       el calor de  la vida; sus ojos pardos, medio
       adormecidos por el sueño de los placeres en que
       vivía, relampagueaban de vez en cuando, como
       esos vapores lejanos que anuncian las tempesta-
       des. Su fisonomía, movible como  la superfi-
       cie de un mar agitado  , expresaba de continuo
       la diversidad de  afectos que pasaban por su
       alma.
         Realmente en uno y otro se encontraban  las
       líneas geométricas que forman la figura humana;
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