Page 46 - Novelas
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3» OBRAS DE SELGAS.
mil duros, aquí sesenta mil, aquí cien mil.» Por
todas partes veía los despojos fúnebres de una
riqueza que se había tragado ia tierra. Aquello
no era una liquidación , era un cementerio.
Y, sin embargo , allí mismo , en presencia de
la realidad de aquellos lúgubres dominios de la
muerte, veía surgir el fugitivo fantasma de la
vida. Por una parte se le representaban los afa-
nes, las inquietudes, el trabajo de muchas ge-
neraciones acumulando el caudal de toda aquella
riqueza que había venido á parar á sus manos.
Por otra parte veía levantarse la visión de los
placeres y al fausto de los vicios y de las disi-
paciones en que había consumido en unos pocos,
años el producto reunido á fuerza de tanta pa-
ciencia y de tanto tiempo. En sus manos acaba-
ba de espirar toda la herencia de sus padres;
había necesitado, para vivir los breves instantes
de su opulencia, la vida de muchas generaciones.
— ¡Ah! (exclamó, fijando en el administra-
dor sus miradas desoladas. ) ; Estoy arruinado!
— Arruinado (contestó el espectro, con la mis-
ma voz con que la muerte hablaría á un mori-
bundo). Los excesos de los gastos sobre los
productos de las rentas han ido mordiendo en
el capital hasta que lo han devorado.
—No lo sabía.
— Hum ! . . . . (replicó el administrador.) Las
I
cuentas hablan.