Page 29 - Orgullo y prejuicio
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CAPÍTULO VII





                     La  propiedad  del  señor  Bennet  consistía  casi  enteramente  en  una
                hacienda  de  dos  mil  libras  al  año,  la  cual,  desafortunadamente  para  sus

                hijas, estaba destinada, por falta de herederos varones, a un pariente lejano;
                y la fortuna de la madre, aunque abundante para su posición, difícilmente

                podía suplir a la de su marido. Su padre había sido abogado en Meryton y le
                había dejado cuatro mil libras.

                     La señora Bennet tenía una hermana casada con un tal señor Phillips
                que había sido empleado de su padre y le había sucedido en los negocios, y

                un hermano en Londres que ocupaba un respetable lugar en el comercio.
                     El pueblo de Longbourn estaba sólo a una milla de Meryton, distancia
                muy conveniente para las señoritas, que normalmente tenían la tentación de

                ir por allí tres o cuatro veces a la semana para visitar a su tía y, de paso,
                detenerse  en  una  sombrerería  que  había  cerca  de  su  casa.  Las  que  más

                frecuentaban Meryton eran las dos menores, Catherine y Lydia, que solían
                estar más ociosas que sus hermanas, y cuando no se les ofrecía nada mejor,

                decidían que un paseíto a la ciudad era necesario para pasar bien la mañana
                y así tener conversación para la tarde; porque, aunque las noticias no solían

                abundar  en  el  campo,  su  tía  siempre  tenía  algo  que  contar.  De  momento
                estaban bien provistas de chismes y de alegría ante la reciente llegada de un
                regimiento militar que iba a quedarse todo el invierno y tenía en Meryton su

                cuartel general.
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