Page 62 - Cómo no escribir una novela
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habría hecho ella todos esos años sin Yonquil?
Por lo común, esa escena de arriba se prolonga durante cinco páginas de simpáticas
conversaciones entre Melinda y Yonquil para asegurarse de que el lector capte la
simpática relación que tienen. Melinda cuenta una larga historia sobre los buenos ratos
que han pasado, olvidándose aparentemente de que Yonquil aún está al teléfono. Y ahí
empieza el viaje de Yonquil, donde el lector es arrastrado por una larga lista de lugares
adonde han ido ambas, las cosas que han comprado y los originales cócteles que han
consumido.
Si el personaje es Joe, su amigo será Jimbo, y ambos irán a ver un partido y pedirán
una pizza, o el autor los mostrará haciendo otra cosa que no sea ver un partido de algo
para demostrar que no son los típicos amigotes.
Aún es peor cuando a Yonquil le sigue Maggie, a la que sigue Ursula, porque
Melinda tiene más de una amiga. ¡Y cada una de esas amigas nos muestra una faceta
completamente distinta de Melinda!
La otra alternativa no es mucho mejor:
El entorno clónico
Cuando los amigos son una masa
indistinguible
Después del trabajo, Buddy decidió pasarse por casa de Eddie para ver qué
estaban haciendo sus amigos. Aparcó y abrió la puerta de la calle con su
llave. Estarían todos en la leonera de Eddie mirando el partido, sin duda.
Subió por las escaleras y se encontró a todo el mundo sentado, viendo el
partido.
—¡Buddy! —gritó Ralphie desde el otro lado de la habitación.
—Me alegra verte, Buddy —dijo Eddie echándole un rápido vistazo.
—Hola, Buddy —dijo Billy alzando una mano, sin quitar los ojos de la
tele.
—¿Alguien quiere otra cerveza? —preguntó Buddy.
—Yo me tomaré otra —respondió Ralphie.
—Yo también —dijo Eddie y cogió la lata que le alcanzaba Buddy.
—Sí, no estaría mal otra cervecita —dijo Billy.
Buddy se sentó en el sofá… había empezado otro fin de semana.