Page 4 - COLOMBIA:
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Esto último es pasmoso. La visible pasividad de la sociedad
colombiana alarma a los visitantes. En las recientes huelgas que
conmocionaron a Francia pudo verse cómo una sociedad que vive
relativamente bien en términos económicos y protegida por un Estado
responsable, sabe reaccionar en bloque ante todo lo que la lesione, no
se deja pisotear en sus derechos y se resiste a que se menoscaben los
privilegios que ha conquistado.
Ver a los franceses marchando por las calles, armando barricadas ante
. ¿Qué es lo que un gobierno cuya legitimidad no desconocen, y haciendo temblar a las
hace que Colombia instituciones, nos confirma que Francia es el país de la Revolución, que
sea un país capaz ese país es respetable porque tiene orgullo y porque tiene dignidad,
de soportar toda porque sabe de lo que es capaz cuando sus gobernantes olvidan que
infamia, incapaz de son pagados por el pueblo y que son apenas los representantes de su
reaccionar y de voluntad. Ante ese ejemplo se hace más incomprensible que una
hacer sentir su sociedad como la colombiana (donde ni siquiera los sectores
presencia, su fabulosamente ricos pueden sentirse satisfechos, pues el Estado que
grandeza?
sostienen ya ni siquiera les garantiza la vida, donde nadie está protegido,
donde el Estado no cumple sus más elementales deberes y donde todos
los días ocurren cosas indignantes) sea tan incapaz de expresarse, de
exigir, de imponer cambios, de colaborar siquiera con su presión o con su
cólera a las transformaciones que todos necesitamos. ¿Qué es lo que
hace que Colombia sea un país capaz de soportar toda infamia, incapaz
de reaccionar y de hacer sentir su presencia, su grandeza?
Muchos aventuran la hipótesis de que esa aparente pobreza de espíritu y
esa debilidad de carácter se deben a las características biológicas y
genéticas de la población: sería, pues, la expresión de una fatalidad
ineluctable. Otros sostienen lo mismo con respecto a los índices de
criminalidad: revelarían una incurable enfermedad, y harían de nosotros
un pobre pueblo sin salvación y sin remedio. Pero la verdad es que
nuestros índices de violencia y nuestra actual ineptitud política son
hechos históricos susceptibles de explicación. Más aún, se diría que las
explicaciones son tan evidentes e incluso tan sencillas que se requiere
estupidez o malevolencia para aventurar dictámenes fatalistas.
Ninguna persona sensata sostendría que por el hecho de haber
precipitado en cinco años la muerte de 50 millones de seres en
condiciones de crueldad y de sevicia escandalosas, la sociedad europea
revele una patología siniestra e incurable. Ninguna persona sensata
sostendría que por el hecho de que la sociedad estadounidense haya
sacrificado medio millón de personas en tres años de guerra para impedir
su propia Secesión y haya alentado después la Secesión de Panamá
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