Page 21 - Fantasmas
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Joe HitL
taba. Noonan acababa de ser nombrado editor después de que
su antecesor, Frank McDane, se jubilara tras veinte años en el
cargo y estaba deseando dar un nuevo rumbo a la revista, pu-
blicar relatos que «metieran el dedo en el ojo de unos cuantos».
«Me temo que lo logré con creces», escribía Noonan. Po-
co después de que se publicara «Buttonboy», el director del de-
partamento de literatura inglesa llamó a Noonan a su despacho
y lo acusó de usar True North como plataforma para «bro-
mas adolescentes de pésimo gusto». Casi cincuenta personas
cancelaron su suscripción a la revista —no poca cosa, tenien-
do en cuenta que la tirada era de sólo mil ejemplares— y mu-
chos de los antiguos alumnos que la patrocinaban retiraron
su financiamiento, indignados. Noonan fue destituido y Frank
McDane accedió a supervisar la revista desde su casa, en res-
puesta a las protestas que exigían su regreso como editor.
La carta de Noonan terminaba así:
«Sigo convencido de que (cualesquiera que sean sus de-
fectos) “Buttonboy” es un relato notable, aunque verdadera-
mente angustioso, y confío en que pueda dedicarle algo de tiem-
po. Admito que para mí sería en cierto modo una reivindicación
que usted decidiera incluirlo en su próxima antología de los
mejores relatos de terror del año.
» Terminaría esta carta invitándole a “disfrutar” de la his-
toria, pero no estoy seguro de que ésa sea la palabra adecuada.
»Cordialmente,
Harold Noonan.>»
Eddie Carroll acababa de llegar de la calle y leyó la carta
de Noonan todavía de pie, en el recibidor. Buscó en la revista la
página donde empezaba el relato y permaneció de pie, leyendo,
antes de darse cuenta de que tenía calor. Colgó distraídamente
la chaqueta en el perchero y caminó hasta la cocina.
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