Page 22 - Fantasmas
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FANTASMAS
Estuvo un rato sentado en la escalera que llevaba al piso
de arriba, pasando páginas. Después, sin saber cómo, se en-
contró tumbado en el sofá de su despacho, la cabeza apoyada
en una pila de libros, leyendo a la luz sesgada de finales de
octubre.
Leyó hasta la última línea y a continuación se incorpo-
ró hasta sentarse, presa de una euforia extraña y palpitante. És-
te era posiblemente el relato de peor gusto y más terrible que
había leído jamás, y en su caso esto era decir mucho. En sus lar-
gos años de editor, vadeando terribles y a menudo soeces y en-
fermizos páramos literarios, en ocasiones se había topado con
flores de indescriptible belleza, y estaba convencido de que és-
ta era una de ellas. Regresó al principio del relato y empezó a
leer de nuevo.
Trataba de una joven llamada Cate —quien al principio
de la historia era descrita como una tímida muchacha de dieci-
siete años— que un día es secuestrada y metida a la fuerza en
un coche por un gigante con ojos ictéricos y un aparato den-
tal. Él le ata las manos detrás de la espalda y la empuja al asien-
to trasero de su camioneta... donde se encuentra con un chi-
co de su misma edad, que al principio parece estar muerto y
que ha sido desfigurado de una forma indescriptible. Sus ojos
están ocultos bajo dos botones redondos y amarillos que re-
presentan unas caras sonrientes. Los botones le han sido co-
sidos a los globos oculares atravesando los párpados, que a su
vez están hilvanados con hilo de acero.
Entonces, conforme el coche empieza a moverse, el mu-
chacho parece cobrar vida. Toca la cadera de Cate y ésta grita,
sobresaltada. A continuación el chico recorre su cuerpo con la
mano hasta llegar a la cara y susurra que su nombre es Jim y
lleva viajando una semana con el gigante, desde que éste ase-
sinó a sus padres.
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