Page 274 - Fantasmas
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FANTASMAS
ró de la hebilla del cinturón. Le dijo que le haría una por vein-
ticinco centavos, pero Killian no los tenía y si así hubiera sido
no los habría gastado en eso.
Agarró al chico por los brazos y con algo de esfuerzo con-
siguió quitarse sus manos de encima, clavándole las-uñas en el
dorso de las muñecas, haciéndole daño intencionadamente. Le
dijo que le dejara en paz y lo apartó de un empujón. También
le dijo que tenía cara de buen chico y le preguntó por qué ha-
cía esas cosas. Después le pidió que le despertara cuando el tren
se detuviera en Westfield. El muchacho se sentó en el otro ex-
tremo del vagón con una rodilla contra el pecho, rodeándola
con los brazos y sin hablar. De vez en cuando una delgada lí-
nea de luz grisácea del amanecer se colaba por una de las ren-
dijas de las paredes del vagón e iluminaba su cara, de ojos fe-
briles y llenos de odio. Killian se durmió de nuevo mientras
el muchacho seguía mirándolo furioso.
Cuando se despertó se había marchado. Para entonces ya
era completamente de día, pero aún temprano, y hacía trío,
de modo que cuando Killian entreabrió la puerta del vagón y
se asomó su aliento se perdió en una nube de vapor helado. Sos-
tenía la puerta con una mano y los dedos que quedaban fuera
pronto se le enrojecieron por la gélida e intensa corriente de
aire. Tenía un desgarrón en la camisa a la altura de la axila, por
el cual también se colaba el aire frío. No sabía si había llegado
a Westfield, pero tenía la sensación de haber dormido un buen
rato, así que era probable que ya lo hubiera dejado atrás. Se-
guramente allí había saltado el muchacho, ya que después de
Westfield no había más paradas hasta que se llegaba a la últi-
ma, en Northampton, y Killian no quería ir allí. Siguió de pie
en la puerta, azotado por el frío viento. En ocasiones imagina-
ba que también él había muerto con Gage y que vagaba desde
entonces como un fantasma. Pero no era así. Había cosas que
le recordaban todo el tiempo que no era así, como el dolor y la
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