Page 108 - Extraña simiente
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—Paul…
—¿Te he asustado?
Rachel sonrió avergonzada.
—Sí —contestó. Al cabo de un momento, le preguntó—: ¿Qué vamos a
hacer con él?
Rachel vio que la pregunta, o más bien el simple hecho de preguntar,
habían confundido a Paul. Luchó por contener una sonrisa más amplia.
—¿Qué vamos a hacer con él? —preguntó Paul.
—Sí.
Rachel se levantó.
—¿Vamos a llevarle a la ciudad? Eso es lo que deberíamos hacer,
¿verdad? ¿O lo vamos a enterrar… ahí fuera? —dijo haciendo una señal con
la cabeza.
—No lo sé, Rachel.
Estaba claro, por el tono de su voz, que no era lo que más le preocupaba.
—Bueno, pues tendremos que pensarlo, ¿no, Paul?
Rachel dijo esto último más como una sentencia que como una pregunta.
—Sí, claro. Es sólo que…
—Es sólo que… —le interrumpió Rachel— que no entiendes lo que me
pasa. No te lo reprocho, porque yo tampoco lo entiendo. Si lo prefieres, me
puedo desmayar…
—Rachel, por favor.
—Pero he leído en alguna parte, que la falta total de emoción en casos
como éste puede ser una forma de conmoción. Es muy posible entonces que
esté conmocionada y no lo sepa. Pero no lo creo.
—Rachel, escucha lo que dices.
Paul dio un par de pasos hacia ella.
—¿Sabes a qué suena lo que dices?
—Pues me imagino que suena fatal. Lo siento mucho. Pero los hechos son
los hechos y tenemos que enfrentarnos a ellos. Y el hecho concreto que nos
toca es que hay un cadáver en la habitación de arriba —dijo alzando la cabeza
hacia la ventana de arriba.
Paul dio un paso más hacia ella.
—…Y que tenemos que hacer algo con él —prosiguió Rachel—.
Entonces, si lo llevamos a la ciudad, los dos sabemos que surgirán multitud de
preguntas incómodas, incluso puede que acusaciones, y no nos gustaría que
ocurriera nada de eso, ¿verdad? No, claro, por lo menos a mí, no me apetece
nada. Pero no me atrevería a hablar por ti, eso nunca.
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